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Sánchez ya tiene hoja de ruta para un 2023 muy electoral

Horas después de la multitudinaria manifestación celebrada en Madrid, contra las políticas de Pedro Sánchez y su Gobierno, su entorno sigue confiando en la “remontada” del líder socialista.

| Esther Jaén España

Horas después de la multitudinaria manifestación celebrada en Madrid, oficialmente, en defensa de la Constitución y, en la práctica, contra las políticas de Pedro Sánchez y su Gobierno y, en definitiva, contra el propio Sánchez, su entorno sigue confiando en la “remontada” del líder socialista. Pese a que la multitud  manifestante se debatía en los lemas y consignas, coreadas durante la marcha, entre exigir su “dimisión” o mandarlo “a prisión”, el entorno del presidente del Gobierno se muestra convencido de que Sánchez sigue siendo un candidato “sostenible” y que, llegadas las elecciones generales de finales de este año, será capaz de mantenerse al frente del próximo Gobierno, “frente a lo que se presenta como alternativa: un Gobierno del PP con la extrema derecha de Vox”, subraya uno de los colaboradores del presidente en conversación con EsDiario.

Precisamente, en el argumentario del presidente y líder del PSOE, acaban de rescatar aquel “¡qué viene la ultraderecha!” que tan poco les sirvió en la repetición electoral en la Comunidad de Madrid

Precisamente, en el argumentario del presidente y líder del PSOE, acaban de rescatar aquel “¡qué viene la ultraderecha!” que tan poco les sirvió en la repetición electoral en la Comunidad de Madrid, cuando la presidenta y candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, fue capaz de sumar para su cuenta más votos que toda la izquierda -divida y cainita, para variar- en las urnas.

Juan García Gallardo

Parecía que la consigna del miedo a la ultraderecha había sido desterrada del manual de campaña de Pedro Sánchez, pero, tras el largo episodio del protocolo antiabortista - que al final no ha sido tal cosa-  en la Comunidad de Castilla y León, el propio Sánchez ha sido el más entusiasta a la hora de rescatar los argumentos de antaño.

Gracias al inexperto vicepresidente del Gobierno de Castilla y León, Juan García Gallardo, y a la tardanza del PP en atajar el debate al que se abonó con entusiasmo el gabinete de Sánchez, el presidente del Gobierno fue el primero en rescatar esos argumentos del manual. Lo hizo en su fluido inglés, en su intervención ante el Foro de Davos y volverá a colocar la mercancía en cuanto pueda, porque entiende que, cuando menos, complican la estrategia de Alberto Núñez Feijoo de atraer para sí los votos de antiguos votantes del PSOE, al tiempo que le ponen en apuros, al obligarle a desmarcarse de los que tendrán que ser sus socios si es que quiere ser presidente del Gobierno.

Sánchez lo sabe, porque lo sufre en carne propia, con sus socios de Unidas Podemos, con los que ha tenido que cogobernar, aunque ello le cause insomnio. Y sabe también que aquellas plazas que pueda perder el PSOE recaerán en manos del PP siempre que éste pacte con Vox. Debe pensar Sánchez que, con un poco de suerte y la inestimable colaboración de los de Santiago Abascal, bien se le puede hacer una pinza al PP de Feijoo.

Y sabe también que aquellas plazas que pueda perder el PSOE recaerán en manos del PP siempre que éste pacte con Vox.

Más allá de las estrategias de manual electoral, su hoja de ruta gubernamental se divide en dos partes: sus relaciones con el independentismo de ERC, con quien dicen sus colaboradores que ha alcanzado una entente: no más “ho tornarem a fer” (Lo volveremos a hacer”, se entiende el referéndum ilegal) y sí la búsqueda de una fórmula pacífica y pactada de encaje. Lo dicen estas fuentes, eso sí, casi más como un deseo que como una tregua pactada. Nadie en el entorno del presidente del Gobierno apostaría por que no haya más alusiones al supuesto “derecho a decidir”, que no ha desaparecido del ideario independentista, pero cruzan los dedos para que eso no les complique más si cabe la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas.

Presupuestos catalanes

Si la cosa va bien, incluso el PSC de Salvador Illa podría dar sus votos para aprobar los presupuestos de la Generalitat de Cataluña, a mayor gloria de su presidente, Pere Aragonés y a cambio de algunos “digodiegos” de ERC, como la puesta en marcha de la ampliación del aeropuerto de El Prat, que en su día bloqueó, o de la carretera de circunvalación B-40, entre otras cosas. En todo caso, todos parecen tener claro que, o lo acuerdan rápidamente, o las elecciones municipales de mayo les desaconsejarán tanto roce y tanto cariño entre dos partidos que se disputan varias plazas fuertes en Cataluña y obligarán a retrasar posibles acuerdos presupuestarios.

Por otra parte, Sánchez ha dado instrucciones a los suyos para cerrar cuanto antes la subida del SMI y en eso está la vicepresidenta Yolanda Díaz, partidaria de hacerlo por la parte alta de la horquilla pactada en su día con los sindicatos, ante las reticencias de la vicepresidenta Nadia Calviño. Una vez más, será Sánchez quien determine quién de ambas se lleva el gato al agua. Pero lo más urgente es, sin duda, la reforma de las pensiones, que le reclama la UE para poder liberar nuevos fondos Next Generation. Si nada cambia, este mismo mes tiene estar presentado ante la UE dicha reforma.

Ley de vivienda

Para estos días, el presidente quiere dar un empujón a la Ley de Vivienda, que, siendo uno de los acuerdos de legislatura firmados con UP, duerme el sueño de los justos, pero, a juicio de Sánchez, bien podría dar un empujón a las expectativas electorales del PSOE en las grandes ciudades. En cambio, se queda por ahora en el cajón la reforma de la Ley Mordaza, que podría suponer más manifestaciones, en este caso de miembros de Fuerzas de Seguridad del Estado, contra el Gobierno y a pocos meses de la primera contienda electoral de este año.

Así, con esta hoja de ruta, empieza Sánchez este año 2023. Siempre con la mirada puesta en los compromisos electorales.