| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Se abre “una etapa que no va a ser fácil” en palabras del propio Rajoy.
Se abre “una etapa que no va a ser fácil” en palabras del propio Rajoy.

La única alternativa a la incertidumbre empieza a tomar cuerpo el 21-D

Las urnas han dejado un ganador claro y ningún partido decisivo, ni siquiera el ganador, para conformar una mayoría de Gobierno, de modo que una salida al "caos" empieza a tomar fuerza.

| Charo Zarzalejos España

 

 

El PP ha ganado las elecciones dejándose en el camino algo más de cinco millones de votos, superando en 33 escaños al PSOE que logra salvar los muebles y mantenerse como primer partido de la izquierda. Los partidos emergentes no han cumplido sus expectativas pero pueden, con toda razón, sentirse más que satisfechos. Las urnas han dejado un ganador claro y ningún partido decisivo, ni siquiera el ganador, para conformar una mayoría de Gobierno, de manera que la incertidumbre política ha tomado cuerpo en España.

La distancia entre PP y PSOE que se sitúa en 7 puntos no garantiza nada. Mariano Rajoy se ha comprometido a dialogar para intentar formar gobierno, pero los datos arrojados por las urnas, se combinen como se combinen, dan, en principio, un mayoría estable. PP y Ciudadanos se queda muy lejos de la mayoría absoluta y el PSOE, si lo intentara tendría que ir a un pentapartito.

Con los resultados del 20D se abre “una etapa que no va a ser fácil” en palabras del propio Rajoy que cuando toque será llamado por el Rey para encargarle la formación de Gobierno. Pero Rajoy no lo tiene fácil. Necesitaria desde luego el concurso de Ciudadanos y la abstención de al menos de parte del grupo socialista, algo a día de hoy, absolutamente impensable. Si Rajoy no logra formar un Gobierno minimamente estable, dejaría paso a Pedro Sánchez y él abandonaría la primera línea política.

Pedro Sanchez ha salvado los muebles, gracias a Andalucia y a Extremadura, las dos únicas autonomías en las que el PSOE a ganado. En Madrid, el fracaso ha sido rotundo. Aún así, Pedro Sánchez fue recibido al grito de “presidente, presidente” y llegó a decir que “hemos hecho historia”, cuando, al igual que el PP, ha obtenido los peores resultados nunca vistos en el PSOE. Resulta especialmente llamativo la derrota en toda regla recibida en Madrid cuya lista iba encabezada por el propio Pedro Sánchez. De 110 escaños que era un suelo inimaginable ha caído a 91. Pablo Iglesias se lo recordó poco tiempo después de que se cerraran las urnas al mismo tiempo que en menos de un minuto marcó su hoja de ruta para eventuales acuerdos.

Pedro Sánchez ha recordado que es a Rajoy a quien le toca intentar formar gobierno, quizás en la esperanza de que no lo consiga, pero si Rajoy lo tiene muy difícil, la intentona que pudiera realizar Sánchez sería casi imposible. De alcanzarlo sería un Gobierno fugaz.

Albert Rivera estuvo especialmente inteligente en su discurso. Habló a largo plazo, o mejor dicho, sin plazos y lo hizo de modo que se olvidara que se había quedado muy por debajo de sus expectativas. La llamada vieja política, es decir PP y PSOE suman 213 escaños, mientras que Ciudadanos y Podemos superan por poco los 100 escaños.

Ha llegado un tiempo nuevo y especialmente incierto. No hay minoría de bloqueo, ni sumas razonables que garanticen una mayoría estable. Todos saben que la alternativa al no acuerdo serian unas nuevas elecciones y esta opción, ayer por la noche no se descartaba en ninguna sede de ninguna formación política. En el PP advertían que están abiertos al diálogo, al acuerdo y a ceder en “todo aquello que no sea una enmienda a la totalidad a lo que hemos hecho” y se añadia: “Rajoy no será presidente a cualquier precio o con cualquier acuerdo”.

El 13 de enero se elige el Presidente del Congreso y se decide la mesa que es el órgano de Gobierno de la Cámara. Para esta primera cita será necesarias muchas conversaciones que se iniciaran mañana mismo, pero de lo que se acuerde para este primer paso de la nueva legislatura no se podrán sacar conclusiones cara a la formación de Gobierno.

Se cumple lo que con claridad se vio ya en municipales y autonómicas y es que ganar las elecciones no es suficiente para gobernar y ni siquiera necesario. El panorama que han dejado estas elecciones es laberíntico. Los votos son los que son y si algo no hay que descartar son unas nuevas elecciones.