Baelo Claudia: la pequeña Roma junto al Atlántico
Detrás de la paradisiaca playa de Bolonia, en el municipio de Tarifa, se enclava uno de los conjuntos arqueológicos más bellos de la época romana de los que se conservan en España.
Playas de arena blanca, aguas turquesas y espumosas olas. Todo ello, rodeado de montañas, bosques de pinos y un clima cálido. Podría ser alguna isla tropical pero no, aún quedan lugares así en las costas españolas, en los que la naturaleza es la verdadera protagonista. Se trata del municipio gaditano de Tarifa que es uno de los mayores atractivos turísticos a nivel mundial, consiguiendo el reconocimiento en medios internacionales como mejor destino donde disfrutar de las vacaciones.
Un pueblo encantador emplazado en un lugar muy peculiar, pues es el embudo en el que se une el mar Mediterráneo y el océano Atlántico. Ese Estrecho que conecta dos continentes, dos culturas, y por el que discurren igual grandes ballenas, buques de carga, pequeños barcos pesqueros o pateras con inmigrantes.
Un compendio que no deja indiferente a nadie, ni al que busca ese pueblecito blanco andaluz de calles estrechas o persigue playas poco concurridas, hasta el que prefiere surfear, pues es referente de este deporte, o simplemente se acercan atraídos por su gastronomía.
La paradisiaca playa de Bolonia
Y es que este municipio de la costa gaditana tiene todo esto y alguna sorpresa más. Si el viento de levante lo permite, pues es prácticamente el único obstáculo para el disfrute en esta zona de costa, una de las mejores opciones es sin duda la playa de Bolonia, a unos 20 kilómetros al noroeste del pueblo de Tarifa. Situada en una ensenada y mejor protegida de los vientos al estar rodeada de rocosas elevaciones, deslumbra por su arena blanca y una gran duna que se abre paso en uno de sus extremos por el pinar, mientras que en el lado opuesto un baño en las piscinas naturales no tiene precio.
Prácticamente libre de edificaciones, exceptuando las casas del núcleo de población de El Lentiscal, el espacio es casi salvaje. Pero este privilegiado lugar en el que hoy habitan tan sólo unas 100 personas no fue siempre así y su posición fue escogida por los romanos para vivir. Aquí se enclava el conjunto arqueológico de Baelo Claudia, una pequeña Roma al borde del mar, que sirvió para trabajar y también para el disfrute, como demuestran los restos hallados en un buen estado de conservación.
La pequeña Roma que surgió por el atún
La ciudad tiene su origen en el siglo II a.C. y el propio emperador Claudio le otorgó la categoría de municipio romano. La importancia de este lugar es principalmente económica, ya que la industria de la pesca y la cercanía con el Norte de África hacía de base comercial para los romanos. Aquí pescaban fundamentalmente atún, hacían salazones y preparaban el garum, una famosa salsa de pescado de aquellos tiempos. Aún, hoy en día, la gastronomía gaditana tiene al atún rojo como uno de sus grandes reclamos y es exportado a las cocinas internacionales más prestigiosas.
En ningún lugar de España se puede ver con tanta claridad la planificación urbanística de una ciudad romana. En el conjunto arqueológico se puede diferenciar a la perfección la zona de factoría de la ciudad, de aquella en la que tenían sus casas, tiendas y tabernas, donde tomaban sus baños en las termas o asistían a algún espectáculo de entretenimiento en el teatro con aforo de unas 2.000 personas, este uno de los edificios más imponentes del conjunto. También impresiona la basílica o palacio de Justicia por sus imponentes columnas y su nivel de conservación. Aquí se erige la colosal escultura en mármol de Trajano de tres metros de altura, pero se trata de una réplica ya que la original está en el Museo de Cádiz.
Una ciudad que era próspera hasta que fue golpeada por el mar y los terremotos cuatro siglos después de su creación y posteriormente víctima de asaltos e invasiones, por lo que fue abandonada en el siglo V d.C.
A partir de entonces Baelo Claudia cae en el olvido, tan sólo algunas noticias de viajeros entre 1700 y 1900 hablan de la existencia de ruinas romanas. Es a partir de 1917 cuando la ciudad entra de lleno en la investigación arqueológica de la mano del hispanista francés Pierre Paris, que excava buena parte de la estructura básica de la ciudad, mientras que George Bonsor hace otro tanto en la necrópolis oriental.
Fotografía de las primeras excavaciones en la ciudad.
Pero no es hasta 1966 cuando gracias a las prospecciones geofísicas dirigidas por el profesor Pellicer se establece la importancia de la ciudad y en 1990 la Junta de Andalucía crea el Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia, encargado a partir de entonces de velar permanentemente por su conservación, difusión e investigación.
No todos los destinos vacacionales ofrecen la oportunidad al viajero de conjugar naturaleza, gastronomía y cultura de una forma tan peculiar. Por lo que este lugar del sur de España seguirá garantizando en cada visita disfrute y conocimiento a la vez.