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Nuestro cerebro: responsable del sufrimiento más profundo

Un experto en psicología revela las cinco claves para 'domar' nuestro cerebro y evitar la frustración, ya que nos lleva a alcanzar la felicidad pero también causa enfermedades mentales.

Nuestro cerebro: responsable del sufrimiento más profundo

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La ciencia avanza y cada vez los expertos conocen mejor como funciona el cerebro humano. Una 'máquina preparada para ayudarnos a resolver desde los problemas que surgen en el día a día o a superar dificultades emocionales para alcanzar la felicidad. Sin embargo, también es el responsable del origen de nuestro sufrimiento más profundo.

Así lo explica el jefe de Servicio de Psicología de Quirónsalud Marbella, Antonio de Dios, que ha señalado que "es el que crea y sostiene muchas de las enfermedades mentales". Este experto revela que la estructura del cerebro y su condición evolutiva ofrece una explicación de esta circunstancia en la medida en que "mucho antes de que la evolución nos aportase corteza cerebral (inteligencia) teníamos el bulbo raquídeo y el sistema límbico (conocido como cerebro emocional)". Este último se encarga de nuestra supervivencia activando una respuesta inmediata de estrés ante amenazas y una de sus características fundamentales es que recibe información de cualquier estímulo externo seiscientos milisegundos antes de que llegue a nuestro cerebro racional.

El jefe de Servicio de Psicología de Quirónsalud Marbella, Antonio de Dios.

"Esa anticipación hace que reaccione automáticamente de una manera muy básica, ya que fue creado en los primeros tiempos del ser humano cuando había que reaccionar rápidamente para salvar la vida". Pero ya no vivimos en una cueva huyendo de depredadores y los peligros a los que nos enfrentamos ahora han cambiado radicalmente y requieren respuestas sociales, emocionales e inteligentes más que físicas".

La frustración tiene su origen en las edades tempranas

Asimismo, otra de las características del ser humano es que nace vulnerable y muy dependiente del adulto. Tal y como relata el psicólogo del hospital marbellí un bebé necesita del adulto que le cuida para su supervivencia, para satisfacer sus necesidades tanto físicas como de cariño, que es lo que le asegura al niño que le cuidarán y protegerán.

"Cuando tiene éxito su conducta queda grabada en el cerebro emocional con una subida dopamina, que es un neurotransmisor conocido como la hormona de la felicidad, que nuestro cerebro busca constantemente y es la responsable de las adicciones".

El jefe de Servicio de Psicología apunta que desde edad temprana, el ser humano busca resortes que suplan sus necesidades básicas y se da cuenta de que haciendo lo que los adultos esperan de ellos, se obtiene satisfacción inmediata. Sin embargo, a la larga, ese esfuerzo por demostrar siempre una versión perfecta de sí mismo genera sentimientos de frustración, inestabilidad emocional y trastornos psicológicos.

Las claves para evitar el malestar

De Dios ha subrayado que la clave para evitar que nuestro cerebro sea el origen de nuestro malestar más profundo radica en "ser consciente de nuestra identidad única e iniciar un proceso de conocimiento de nuestra propia existencia basado en apartados fundamentales".

En concreto, apunta cinco aspectos: autoevaluación: ¿Quién soy realmente, más allá de mis miedos?, ¿Cuáles son mis valores?; coherencia: adquirir un compromiso de coherencia con nuestros valores y tomar decisiones en base a esos principios personales; coraje: para enfrentarnos a los miedos grabados en nuestro cerebro límbico y soltar los anclajes de las defensas elaboradas a lo largo de nuestra vida; constancia: puesto que hemos repetido ciertos comportamientos durante años que han creado conexiones neuronales muy profundas, ahora debemos tener perseverancia para repetir las nuevas conexiones que reestablezcan nuestro equilibro interior; y corazón porque "cuando acallamos los pensamientos de la mente, se abre un espacio de silencio en el que podemos escuchar al corazón y no se trata de un sonido figurativo sino lo que los japoneses llaman KoKoRo".

Ser consciente de que ahora somos un adulto con plenas capacidades para cuidar y dar seguridad a un niño; y cariño: si nos tratamos bien a nosotros mismos, como se cuida a un bebé vulnerable, tendremos la fuerza suficiente para afrontar los retos diarios.