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El 'manjar playero' está en Málaga y sólo tienes dos meses para probarlo

Los espetos de sardinas se convierten en estos meses en el reclamo gastronómico de la Costa del Sol. Una forma sencilla de comer pescado a la brasa de forma tradicional a pie de playa .

Una de los platos típicos de la cocina malagueña: el espeto de sardina.

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La rica y variada gastronomía española provoca que haya recetas que sólo se pueden degustar en determinados lugares y temporadas del año. Como ocurre con los famosos calçots catalanes o la popular erizada que llega cada febrero a las calles de Cádiz, ahora es tiempo de sardinas, pero no se cocinan de cualquier manera, son en espeto y saben mejor a pie de playa.

El espeto de sardina es típico de la costa malagueña y también se come en el litoral granadino. Se trata de una elaboración sencilla, como el propio producto, y consiste en ensartar unos cuantos pescados en una caña para asarlos en las ascuas. No parece nada complicado, sin embargo, el trabajo del espetero tiene su truco y hay que tener la habilidad para atravesar la sardina sin romper las tripas, consiguiendo al mismo tiempo que los lomos aguanten sobre la caña sin partirse.

El resto lo hace el fuego del rescoldo que deja la madera de olivo o encina quemada y que se extiende sobre barcas situadas en la misma playa. Porque al placer de esta sardina en el paladar se unen otros alicientes, como hacerlo con animado ambiente de autóctonos y veraneantes que acuden a los locales más populares de la costa malagueña para comer acompañados por la brisa del mar. Y es que los espetos no se hacen en casa, se comen en el chiringuito y si puede ser con los pies hundidos en la arena.

Además hay un tiempo límite y, como se suele decir en Málaga, sólo durante unos cuantos meses está perfecta la sardina para espetarla: "aquellos meses que no contienen la letra erre", es decir desde mayo hasta agosto, que septiembre tiene erre y ya no tienen la jugosidad necesaria para aguantar el calor de la candela.

Así que estamos en la cuenta atrás para probar este producto rico, barato puesto que su precio es asequible y saludable por las propiedades que aporta a nuestro organismo el pescado azul. Pero también supone una forma de acercarse, a través de la gastronomía, a ese sabor aún auténtico que conserva Málaga, con dificultad, de sus tradiciones ligadas al mar.

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