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Sánchez y su 'deseo incontrolable' por volar, otra vez en Falcon a un mitin

El presidente saca el avión oficial para desplazarse de Sevilla a Málaga, de los Goya a un acto del PSOE, un trayecto de 200 kilómetros que ha costado más de 400 euros para hablar de élites.

Sánchez desciende del Falcon, el avión presidencial.

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Después de lo ocurrido este fin de semana sólo se puede sacar la conclusión que a Pedro Sánchez le entusiasma volar, no se sabe si por un deseo frustrado de pequeño que ahora puede hacer realidad o porque le gusta tener los pies despegados del suelo. No existe otra justificación posible a su actitud ya que ha utilizado el Falcon para trasladarse de Sevilla a Málaga, dos ciudades que se encuentran a 200 kilómetros de distancia y que están conectadas por carretera y tren.

El líder del Gobierno no sólo ha preferido gastarse más de 400 euros del dinero público que cuesta sólo hacer despegar el avión presidencial y realizar el trayecto, sino que lo utiliza para sus mítines de partido, eso si camuflado con algún acto institucional para que el derroche le duela menos a los españoles, que se gastarían en el combustible unos 40 euros a lo sumo por autovía, lo mismo que cuesta una plaza de tren.

Pero seguro que se trata de un 'deseo incontrolable' puesto que se sube al avión sin importarle las críticas y de forma descarada para un mitín del PSOE. Sánchez participó el sábado por la noche en la Gala de los en la capital hispalense y por la mañana, sin tener que madrugar mucho, despegó el Falcon sobre las 9.30 horas para estar en 25 minutos en la capital de la Costa del Sol. Aquí visitó una empresa en el Parque Tecnológico de Málaga dedicada a la aeronaútica que le sirvió de parapeto para justificar el motivo fundamental de su visita: un mitin de presentación del candidato del PSOE a las elecciones, Daniel Pérez.

El descaro es mayúsculo, pero ya lo ha practicado en otras ocasiones y nadie parece que le vaya a bajar del avión. Es más, su intervención en el mitin se ha volcado en lanzar un mensaje radical contra los empresarios a los que dedica la frase de que "no se puede reclamar a los de abajo y festín para los de arriba", para plantear "la disyuntiva" entre "tener un gobierno para la mayoría o para la minoría de privilegiados". Y así dio ejemplo de lo que predica, su sensibilidad por la gente de a pie y su espíritu ecologista, regresó a Madrid quemando queroseno.