El alga asiática invade las playas y espanta a los turistas de la costa de Cádiz
Muchos visitantes se topan con la desagradable sorpresa de este manto negro putrefacto que cubre la costa y huyen, mientras los pescadores sacan algas en sus redes y la fauna y flora muere.
Se detectó en las costas de Ceuta en 2015, donde llegó como polizón en un barco procedente de Asia y desde entonces el alga invasora no ha parado de expandirse por el litoral, principalmente en el Estrecho de Gibraltar, donde confluyen las provincias de Málaga y Cádiz. Su nombre científico es Rugulopterix okamurae y desde hace años provoca graves daños al sector pesquero, a los ecosistemas marinos y al turismo.
El intento de combatir el alga asiática se ha convertido en un trabajo infructuoso que llevan a cabo los ayuntamientos afectados. Por las mañanas se retiran de las playas toneladas de algas con maquinaria y "al día siguiente está igual", esto es lo que declaran varios vecinos de la localidad de Tarifa, una de las primeras zonas afectadas por la invasión.
La desagradable sorpresa para el turista
En otras zonas del litoral gaditano como es la población de Los Caños de Meca, perteneciente al municipio de Barbate, la hostelería registas cada vez más cancelaciones, mientras los vendedores se quejan por la falta de atención al problema, ya que aseguran que en la playa no entran máquinas para retirarlas y su acumulación está provocando la "huida del turismo". "Llegan, ven como está la playa y, como es nomal, se van, porque todo el mundo quiere disfrutar de sus vacaciones y la verdad es que no apetece ni acercarse", comenta una de las comerciantes que se encuentran junto al Faro de Trafalgar.
Y es que nada más aproximarse, lo primero que hace notar la presencia del alga asiática es el mal olor que desprende mientras se pudre al sol. La sorpresa para el visitante es mayúscula al ver un gigantesco manto oscuro y espeso que cubre toda la orilla y poner los pies en él es de lo más desagradable. También provoca rechazo darse un baño en el mar de algas, así que muchos eligen otras playas menos afectadas o limpias, aunque suponga sacrificar una de las más bellas puestas de sol de toda Andalucía.
Un tapiz de algas que acaba con la vida marina
Entre algas, este año también han aparecido numerosos esqueletos de peces, que según los autóctonos son atunes que se quedan atrapados en la gran masa y mueren. Tenga o no relación, lo que sí está demostrado es el grave daño que está ocasionando a la biodiversidad marina del Estrecho, un espacio natural protegido donde está acabando con la flora y fauna autóctona al ocupar los fondos con una gran rapidez.
Un impacto que sufren también directamente los pescadores, que en los últimos años atrapan más algas que peces en sus redes. Su proliferación tiene una mayor repercusión en las artes pesqueras tradicionales, como el trasmallo y el palangre, por lo que desde el sector y desde la Junta de Andalucía se piden ayudas directa al Gobierno central y a Europa para compensar las pérdidas, más aún después de ser declarada el año pasado como especie invasora.
Mientras las autoridades actúan, sigue creciendo desde el Mediterráneo al Atlántico y ya supone también un serio problema para el país vecino, Portugal, donde el manto negro tapa las arenas amarillentas del Algarve.