Las aguas termales de Granada arrojan la clave para detectar terremotos
Un estudio pionero del CSIC, que ha llegado a una revista científica internacional, desvela una conexión entre las aguas termales y los seísmos, en la zona más peligrosa de España.
Nuestro planeta parece estar más activo de lo habitual con terremotos recientes como el de Marruecos o Turquía, volcanes activos en Islandia o Sicilia y huracanes. Así que los científicos se afanan por encontrar la manera de detectarlos con la mayor antelación posible.
Es el caso de los investigadores del Instituto Geológico y Minero de España, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IGME-CSIC), que han realizado un estudio sobre terremotos que ha tenido como localización la cuenca de Granada, debido a que representa la zona de mayor peligrosidad sísmica de España al encontrarse muy cerca del límite de las placas tectónicas europea y africana.
El resultado de este estudio ha arrojado un vínculo determinante y el descubrimiento ha llegado hasta la revista científica 'Journal of Hydrology'. Y es muestra una relación entre las variaciones de parámetros químicos de las aguas termales y los terremotos, destacando la presencia de altos niveles de ión sulfato en los momentos previos a los terremotos de mayor magnitud.
Las aguas termales de Granada
El CSIC se ha fijado en Granada, famosa por sus 'temblores' y también por sus manantiales de aguas termales. Al respecto señalan que los terremotos están asociados a las fallas activas que delimitan la cuenca de Granada, así como a un conjunto de fallas que atraviesan la Vega, entre las que destacan la falla de Santa Fe, la de Sierra Elvira y la de Escúzar, entre otras. El terremoto de Albolote de 1956 (de magnitud 5.0 Mw), que causó siete víctimas mortales y grandes destrozos, estuvo asociado a una de estas fallas de la Vega de Granada.
Estas fallas que seccionan la corteza terrestre son también las responsables de la presencia de manantiales termales en el entorno de Granada, como los históricos baños de Sierra Elvira, ya que "permiten el ascenso a la superficie de aguas procedentes de acuíferos profundos, y por lo tanto calientes".
Esta dualidad de las fallas de Granada -generadoras de terremotos y caminos de ascenso para las aguas termales- impulsó a dos investigadores del IGME-CSIC, Juan Antonio Luque y Rosa María Mateos, a muestrear un par de sondeos termales durante la crisis sísmica que se vivió en Granada durante algo más de ocho meses (2020 y 2021), en plena pandemia de covid-19.
Los resultados de este estudio pionero son esperanzadores, ya que representan un paso en la búsqueda de precursores sísmicos. En el caso de Granada, el ión sulfato puede ser el delator de terremotos inminentes. "Este estudio abre pues un nuevo panorama que requiere de una monitorización continua de la composición química del agua procedente de acuíferos termales que aprovechan las fallas sismogénicas para aflorar", ha concluido el investigador del IGME-CSIC Juan Antonio Luque.