El pueblo más ganadero de la región, sin ganado: Checa pierde al último pastor

Enrique Teruel, el último ganadero del pueblo de Guadalajara, Checa, ha vendido sus últimas 900 ovejas. Esta cifra tiene gran importancia porque hace tres décadas el pueblo tenía 40.000 cabezas de ganado lo que entristece al sector por la gran bajada del ganado. Aunque esta tradición no quedará en el olvido porque se refleja en el Museo de Trashumancia de la provincia.

"Antes solíamos tener cerca de 40,000 ovejas aquí, convirtiendo a Checa en el pueblo con la mayor población ovina de Guadalajara, y también había vacas y otros tipos de ganado. Pero, lamentablemente, ya no queda nada debido a la jubilación de algunos y la retirada de otros...", expresó Enrique Teruel.

El ganadero expresó su descontento al tener que vender las ovejas ya que Enrique Teruel dejó la escuela con 14 años y desde entonces lleva dedicando su vida al sector. Un sector dedicado que tiene que estar completamente pendiente a su ganado.

"Los inviernos son realmente duros. No se limitan a tres meses, sino que se extienden a seis, y mantener a las ovejas con alimento y paja supone un gasto significativo", agregó Teruel.

A pesar de la dedicación de toda una vida al cuidado de las ovejas, el ganadero reconoció que la actividad requiere trabajo constante todos los días del año sin descanso. A veces incluso durante el día y la noche cuando las ovejas paren. Sin embargo, a pesar de echar de menos su labor, destacó la libertad que ahora tiene para pasar más tiempo con sus hijos, algo que antes no podía hacer debido a las demandas y dedicación a su trabajo.

Las casi 900 ovejas de Teruel han sido vendidas a una cooperativa que posee 7,000 ovejas y las han trasladado al Valle de Alcudia, en Ciudad Real. Aunque éstas serán devueltas en el mes de mayo; Teruel se ha comprometido a cuidarlas hasta noviembre.

Esta venta marca el final de una era en Checa, donde Félix Espejo, veterinario y delegado de la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos (APAG) en la comarca de Molina, reflexionó sobre los cambios que ha presenciado en las últimas tres décadas.

Asimismo, es un acontecimiento triste debido a que cada vez las nuevas generaciones se ven menos apegadas a este sector de trabajo. Lo que es una pena porque se desconoce cómo funcionará el futuro de la ganadería y agricultura.