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La peligrosa amistad de Doña Letizia con un comunista que revela su mote

La hija del escritor y la ahora esposa de Felipe VI compartieron una amistad de juventud. Los secretos de entonces son ahora contados en unas memorias que en este capítulo prometen morbo.

Doña Letizia ahora se enfrenta a unas memorias incómodas.

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Lo cuenta La Otra Crónica de El Mundo (LOC) a raíz de la publicación de las memorias del conocido comunista y escritor, Andrés Sorel. Y cuanta Sorel lógicamente diversas etapas de su vida pero centra especialmente su atención en la amistad de juventud de su hija Laura con la entonces desconocida Letizia Ortiz e introduce el personaje de la ahora Reina, sabedor de que la cosa va a vender, de la siguiente manera: "Y el azar también mordió un nombre. Por eso recuerdas la historia. Un día lejano recibisteis en tu casa una llamada desde Marruecos. Era de una compañera de tu hija que en viaje de estudios te informaba de que se había puesto enferma -no parecía revestir importancia- y anticipaba su regreso a España. Se llamaba Letizia".

Así empieza un capítulo de sus memorias Letizia: Estudiante en Tutor, Reina en Zarzuela, recogidas en el libro Antimemorias de un comunista incómodo, publicadas por Ediciones Península, el periodista y escritor, director de la revista República de las Letras, donde narra las vivencias con su hija y aprovecha también para reflexionar sobre la figura "virtual" en la que cree el autor que se ha convertido Letizia Ortiz. Desde luego que estas reflexiones pueden resultar bastante incómodas para el entorno de la Casa Real.

El escritor revela como la Reina estudiaba en su casa y que las compañeras de Facultad le apodaban Ficticia, en vez de Letizia

Cuenta el libro que en "el año 1993 y un grupo de alumnos de tercer curso de Periodismo de la Facultad Complutense de Madrid decidieron viajar a Marruecos para celebrar el paso de ecuador de la carrera. En Tánger, varias compañeras posaron para tener un recuerdo de la excursión. Entonces no calculaban que la imagen acabaría apareciendo en los periódicos 10 años después. La muchacha de las gafas de sol que aparecía en el centro era Letizia Ortiz y acababa de comprometerse con el Heredero a la Corona española.

"No volviste a acordarte de su nombre hasta que te sorprendió en todos los periódicos una fotografía en la que aparecían juntas tu hija y ella en el vagón de un tren, en la orla de final de curso de Periodismo, una al lado de la otra o en el grupo en que festejaban en 1993 el término de la carrera [sic] con un viaje a Marruecos. Letizia se había comprometido, decía la información, con el heredero de la Corona de España", relata el capítulo.

El conocido activista comunista narra también en sus antimemorias que su hija recibía en su casa, de la calle Tutor de Madrid, a la esposa de Felipe VI para "estudiar juntas" a Doña Letizia y en esas confesiones, abusando quizás algo de la figura de su hija y de tan regia amistad, se atreve Sorel a revelar un mote juvenil que no deja en muy buen lugar a la ahora Reina: "Algunas compañeras de la facultad de Periodismo, la llamaban, Ficticia, en vez de Letizia".

De esas visitas de la Reina a su casa cree Andrés Sorel que una de las cosas que más le gustaba a Letizia era que la consideraba una "casa biblioteca". "Cuando sea mayor, me gustaría vivir en una casa como la de tu padre, llena de libros", le decía a menudo a Laura. Y en este punto el escritor reflexiona sobre la figura "virtual" en que se ha convertido la Reina Letizia: "la máscara es trabajada por el equipo que la armoniza hasta que consiguen que su rostro se vuelva indefinible, hasta que controlan al límite sus expresiones para que no se descomponga jamás a la luz pública. Y en la intimidad sólo puede contemplarse en el espejo, nunca traspasarlo, pues de hacerlo, podría regresar al pasado, cuando fue niña, adolescente, mujer".