Mila Ximénez reconoce su engaño y pide que la evacuen de Honduras
La aventura le ha superado y la colaboradora de Sálvame está dispuesta a marcharse por la puerta de atrás. Pero el apoyo de sus compañeros puede cambiarlo todo.
Mila Ximénez está al límite. No puede más en su aventura por las playas desiertas de Honduras. En la última gala, en la que Yurena acabó desterrada a Playa Intinerante tras no obtener el apoyo de la audiencia, la colaboradora de Sálvame fue la principal protagonista al anunciar, de forma poco convincente, que su participación en el concurso había llegado al final: "No soy capaz de hacer absolutamente nada. No puedo estafar a una productora y a la gente que quiere vivir esta aventura. Lo siento pero no voy a continuar".
Mila reconoció que había engañado a todo el mundo al asegurar que estaba capacitada
A pesar de los ánimos de Jorge Javier, que ensalzó las labores de Mila como robinsona, el presentador apenas logró calmar sus pretensiones: "tengo un problema y es que tengo constantes ataques de ansiedad. Me siento incapaz de continuar porque Alba me estará viendo. Os he engañado a todos pero lo intento y no puedo. Me da pavor que llegue la noche y no puedo continuar porque soy una mierda", reconoció sin pudor.
Mila Ximénez parece dispuesta a convertirse en el nuevo mueble de Supervivientes
Todo cambió cuando Dulce quiso apoyar a Mila para que se quedara en Honduras. Lo hizo entonando Mi príncipe azul de Agustín Pantoja. El impagable momento provocó que, entre lágrimas, Mila decidió quedarse para seguir la aventura ante la ovación de un público que, en efecto, ve en Ximénez a una clara ganadora. Sin embargo, nadie parece entender qué le sucede a la ex de Manolo Santana ni por qué está empecinada en convertirse -inspirada en esa Raquel Bollo a la que atizó sin misericordia durante su estancia en GHVIP-en el mueble incómodo, la calimera oxigenada, la eterna víctima de esta edición. Las redes sociales hablan por sí solas. Los comentarios sobre la debilidad de Mila son continuos pero más aún aquellos que ahora asumen lo injusta que fue la contertuliana cuando arremetió contra otros concursantes por su poca agilidad o templanza. Es el efecto boomerang.