Gran crisis: la boda de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa pende de un hilo
La relación entre Isabel y Mario parecía marchar viento en popa. Pero hay ciertos detalles que podrían hacerse insalvables. Quizás, por eso, no hay divorcio, ni fecha de boda.
La reciente aparición estelar de Isabel Preysler en la inauguración de la joyería Rabat en Madrid no hacía presagiar los vientos de tormenta que soplan en la pareja. Se veía a una Isabel feliz y deslumbrante –como siempre es propio de ella- y que no dudaba en hablar de su pareja, Mario Vargas Llosa.
Los titulares vinieron por la confirmación de Isabel de que Mario le había pedido matrimonio este verano en Bali y que ella todavía estaba pendiente de darle una respuesta. Quizás, en parte, por hacerse la interesante o, puede, porque no se han firmado los papeles de divorcio con Patricia; la mujer legal de Vargas Llosa.
Una forma de verla algo alejada de ese enamoramiento que mostraban en todo momento
Mario no querrá enfrentarse a unas acusaciones de bigamia –como las que pesaron sobre Bigote Arrocet, para disgusto de María Teresa Campos- por no haber formalizado en Perú su separación de Patricia. Pero, parece, que podría haber otras razones detrás.
Cierto “pero”
Según ha publicado El Mundo, el entorno cercano de Mario empieza a comentar cierta actitud del premio Nobel hacia Isabel. Una forma de verla algo alejada de ese enamoramiento que mostraban en todo momento.
Vargas Llosa podría haberse desencantado con cierta actitud de Isabel. Un pero que habría llevado a Preysler y a Mario a tener una sonada pelea antes de que el premio Nobel se marchase a Estocolmo, ya que la madre de Tamara y Ana no está por la labor de corearle a todos los actos académico y literarios a los que Mario debe hacer frente.
Algo que con Patricia no ocurría. Su prima Llosa no sólo le acompañaba en sus viajes y compromisos, si no que también le organizaba la agenda. Un cambio de actitud que, quizás, está pesando demasiado a Mario.