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Las lágrimas de la Reina Sofía y otras royals que lloran por líos de faldas

Está claro que la situación entre los monarcas eméritos de nuestro país es cada vez más tensa. Pero no son los únicos. Otros royals europeos viven atrapados en polémicas similares.

La Reina Sofía no es la única monarca que llora por amor

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El matrimonio de los reyes eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía, hace ya mucho que está desavenido. Dejaron de compartir cama cuando nació su tercer hijo, Felipe. Con la sucesión asegurada, don Juan Carlos vio la vía libre para hacer su vida. A sus espaldas tiene una larga lista de amigas entrañables. Por Corinna estuvo a punto de dejarlo todo, aunque no es la última. Las humillaciones del monarca a su todavía esposa son incuestionables. Pero no son los únicos reyes que lloran amargamente. El cuento de hadas de los reyes de Suecia se acabó cuando una biografía reveló que el monarca había tenido sus escarceos amorosos fuera del matrimonio. Son varias las amantes que se le adjudican a Carlos Gustavo. El tema puso a la reina Silvia contra la espada y la pared. Al final, la pareja optó por seguir junta pero no revuelta. Cada uno, a lo suyo.

La reina Isabel de Inglaterra y el duque de Edimburgo se casaron muy enamorados. La pareja tenía previsto llevar, durante algunos años, una vida tranquila. La muerte del Rey Jorge VI truncó sus planes. El duque de Edimburgo no ha sido lo que se dice discreto en cuanto a sus flirteos extramatrimoniales. La reina está enterada de todo pero el peso de la corona hace que mire para otro lado. Y en Mónaco, al príncipe Alberto de Mónaco y a su esposa, Charlène, les persiguen los rumores de crisis desde su luna de miel, que cuentan pasaron en habitaciones separadas. La princesa tan solo comparece en sociedad cuando sus obligaciones lo marcan. El resto del tiempo, se instala en La Provenza o navega en compañía de amigos.

El Duque de Luxemburgo tiene fama e mujeriego y se le adjudican relaciones con otras mujeres.

Los duques de Luxemburgo hace mucho que no son un matrimonio feliz. Enrique tiene fama de mujeriego y se le adjudican otras relaciones, además de la que mantiene con su mujer. María Teresa hace ya bastante que tiró la toalla al ver que su marido es incorregible y está dedicada a sus hijos y obligaciones sociales. Uno de los más grandes fracasos sentimentales de la realeza fue la unión del príncipe Carlos y Lady Di. Pronto la joven novia descubriría que en su matrimonio eran tres. Las peleas se sucedían y su hogar se convirtió en un campo de batalla. Al final, cada uno hacía su vida y se separaron. La muerte de la princesa permitió que el heredero pudiera estar con la mujer que siempre amó: Camilla Parker Bowles.

Alberto y Paola de Bélgica acapararon muchos titulares tras su matrimonio por sus crisis y cornamentas mutuas. Querían separarse pero el rey Balduino aconsejó que no lo hicieran. En el otoño de su vida, cuando él fue instituido rey de los belgas, la pareja se reencontró y se entendió. Incluso llegaron a celebrar unas segundas nupcias presos del romanticismo que sentían. Mucho le costó al rey de Noruega que su familia aceptara a la mujer de la que estaba perdidamente enamorado. Una vez conseguido el propósito y evaporada la pasión inicial, Harald y Sonia entraron en otra dinámica como pareja. Él hace su vida y es sabido su gusto por las mujeres hermosas. La reina Sonia ha encontrado consuelo a su desconsuelo en el arte.