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La situación límite de la sobrina de Lina Morgan por la que pide ayuda

La historia de Estefanía es de las que dejan sin respiración. Ha vivido mucho. Se adentró en el lado oscuro de la vida siendo muy joven. Logró salir sin la ayuda de su famosa tía.

Lina Morgan sabía de la precariedad de sus sobrinas

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Estefanía Ruiz es sobrina de Lina Morgan. Mientras su tía vivió, nada quiso saber de esta rama de la familia tocada por un destino fatal. Quizás porque le recordaba a episodios pasados que prefería olvidar. Estefanía ha vivido muy deprisa para lo joven que es. Se enganchó a las drogas siendo una adolescente. En el camino conoció a personas de todo pelaje y condición con las que caminó de la mano por el lado oscuro.

Mientras eran pequeñas, Estefanía recuerda que su madre la llevaba, junto con su hermana, a ver a Lina al teatro. No la tiene presente como una mujer cariñosa pero sí consentidora en el sentido de que las dejaba jugar con todo lo que había en el camerino y no decía nada. De allí se iban cargadas con bolsas llenas de caramelos. Según me cuenta la sobrina de la actriz: “Mi tía apreciaba mucho a mi madre. Hasta que un día, cuando mamá tuvo problemas, le dijo que quería adoptarnos. Por supuesto, mi madre se negó. Ella necesitaba ayuda pero teniéndonos a mi hermana y a mí a su lado”.

Tras la negativa, todo cambió: “Años después, mi madre me contó que mi tía no volvió a recibirla cuando se negó a que nos adoptara. Ella intentó restablecer el contacto pero Lina no quiso. Según explicaba mi madre, era una mujer de fuerte carácter que no soportaba que le llevaran la contraria. Mi madre no se plegó a sus deseos y nos borró de su lista de los afectos”.

La vida es eso que pasa mientras Estefanía Ruiz se deslizaba por una senda negra que la hizo entrar en la prostitución, la delincuencia y la cárcel: “La verdad es que yo, lo que se dice olvidarme de todo, jamás lo conseguía drogándome. Eso hacía que consumiera cada vez más para lograr alcanzar ese estado donde todo te da igual y nada te preocupa”.

Tras años de idas y venidas bordeando la ley, Estefanía cayó presa: “Fue en París, me detuvieron porque llevaba drogas. Estando en prisión, descubrí que estaba embarazada y ahí todo cambió. La verdad es que en esa cárcel tenían un programa de desintoxicación muy bueno, que me sirvió mucho. Cuando cumplí mi condena, regresé a España con mi hijo y fui a una asociación religiosa con la que me pusieron en contacto desde la prisión. Ahí seguí trabajando para recuperarme como ser humano. Y, bueno, lo he conseguido”, me cuenta la sobrina de Lina Morgan, auténtica superviviente de un mundo del que poquísimos logran salir.

Hoy, la lucha de Estefanía se centra en sobrevivir: “Estoy en un momento difícil. Necesito trabajar para poder mantener a mi hijo. Estoy buscando pero no encuentro nada. A veces pienso en qué será de mi hijo sino consigo remontar esta situación. He trabajado limpiando, de cuidadora de personas ancianas o impedidas, en restaurantes… No se me caen los anillos”. En relación a la herencia de su tía, lo tiene claro: “Es cierto que cuando falleció, comentamos en familia la posibilidad de contratar un abogado para que mirara cómo estaba el tema. Sin embargo, no hicimos nada. Lo único que espero es que el legado de Lina haya ido a las personas y causas que ella quería”. Le pregunto a Estefanía si lo dice por algo en concreto: “Lo que ocurre es que se dicen tantas cosas que ya no se ni qué pensar. He escuchado hablar mucho del tema y hay cosas sorprendentes, que ignoro si son realidad o ficción, pero que te dan en pensar, solo es eso”.

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