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Isabel Pantoja consuma una venganza contra uno de sus grandes amores

La artista lo tiene claro. Mientras estuvo en prisión, tomó importantes decisiones. Lo pasó mal pero tuvo tiempo para decidir lo que quería y a quien quería. Llegó el momento de la venganza.

Isabel Pantoja corta cabezas a diestro y siniestro

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La tonadillera es otra desde que salió de prisión. Parece que el mucho tiempo que tuvo para pensar le sirvió para saber lo que quiere y a quien quiere. Está claro que no se repetirán los errores del pasado, de ahí que haya hecho una limpieza en su círculo de amistades. Si antes no se fiaba de nadie, ahora menos. En este punto tiene el total apoyo de su hermano Agustín, su auténtica roca. Es él quien ha estado siempre a su lado. Su apoyo fue vital durante los días que estuvo entre rejas.

En su juventud, Isabel se enamoró perdidamente de Máximo Valverde. A los Pantoja no les gustaba la relación por la fama de conquistador que siempre ha acompañado al actor. Sin embargo, la tonadillera hizo oídos sordos y se dejó llevar por la pasión. El fuego se apagó y la madre de la artista suspiró aliviada. Y es que doña Ana quería que su niña se casara de blanco virginal y temía que Máximo lo impidiera.

La ruptura entre Isabel y Máximo dio paso a una buena amistad. De hecho, cuando más duro le daban a la tonadillera, en los días en que su nombre se relacionaba con la Marbella más corrupta y su alcalde, Julián Muñoz, ahí estuvo el actor para apoyarla. Siempre la disculpó. Aseguraba conocerla profundamente y afirmaba que lo que le achacaban era producto de los trapicheos del edil y de la manipulación que ejercía sobre ella.

Hace unos días, Pantoja ofreció un concierto en Murcia. Hasta allí se desplazó Máximo para aplaudirla. Al acabar el espectáculo, el actor quiso acercarse para saludarla y departir con ella. Sin embargo, uno de los integrantes del séquito de la tonadillera lo impidió. Valverde se quedó de piedra. No entendía nada. Se había desplazado desde Madrid para verla y darle un par de besos y tuvo que irse por donde llegó.

Lo sucedido ha hecho que el actor haya expresado que tanto aislamiento está haciendo que Isabel se quede sin amigos. La verdad es que son muy pocos los que tienen acceso a ella: su sobrina Anabel, Celeste, presidenta de su club de fans, Agustín, sus hijos, Kiko e Isa y pocos más. Celeste está contratada por la tonadillera y la acompaña en sus espectáculos. Se encarga de tener su ropa a punto, la ayuda a vestirse, y aunque es la discreción personificada, tiene una cláusula de confidencialidad en el contrato que rubricó con la artista. También Anabel es imprescindible para su tía cuando toca actuación. Y, por supuesto, Agustín, auténtico bastión para ella.

Aunque hace ya tiempo que inició una nueva vida, Isabel no está del todo restablecida. Los problemas para conciliar el sueño la acompañan desde que falleció su marido y siguen ahí. Tiene claustrofobia y continúa el pánico a que se le acerque la gente. La muerte de Juan Gabriel fue un duro mazazo, pues tenían planes juntos. El divo de Juárez le aconsejó que se instalara en México, donde la tratarían como la gran estrella que es. Ella tenía intención de hacerlo aunque iba a esperar hasta que su madre estuviera en este mundo. Y otra vez una pérdida cambió el destino.

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