Don Felipe y doña Letizia, enfrentados por los hijos de la infanta Cristina
Los hijos de la infanta Cristina y Urdangarín son motivo de conflicto entre los reyes. Mientras que el rey quiere que formen parte de la familia, la reina los quiere bien lejos.
Don Felipe tuvo un bonito gesto el fin de semana pasado cuando salió a navegar junto a su madre, Froilán y los hijos de la infanta Elena. Con su proceder, el soberano dejó claro que quiere a sus sobrinos y que forman parte de la familia real. Sin duda, su comportamiento emocionó a doña Sofía, incansable en la lucha para que su hijo acepte el regreso de la infanta Cristina. Sin embargo, en este punto, su majestad lo tiene muy claro. No hay lugar para los corruptos en su reinado. Él, como otros muchos, no entiende lo que hizo su cuñado ya que no tenía necesidad alguna. Simplemente, con haber aceptado un sillón en algún consejo de administración, Iñaki y su familia podrían haber vivido holgadamente. Pero, ya lo dicen, la avaricia rompe el saco.
Los hijos de la infanta Elena son una fuente de enfrentamiento para don Felipe y doña Letizia. Él ya ha dejado patente su forma de actuar. Por su parte, ella no quiere saber de ellos y mucho menos que se mezclen con las infantas Leonor y Sofía. Tampoco parecen agradarle en demasía Pipe y Victoria Federica, hijos de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, aunque su presencia le resulta más llevadera.
Un año más, Leonor y Sofía no han acompañado a sus primos en la práctica de deportes acuáticos que realizan bajo la atenta mirada de doña Sofía, que es quien paga estas actividades. A la reina emérita le encanta disfrutar de sus nietos. Es una abuela entregada. En privado se queja de lo poco que ve a Leonor y Sofía. En este punto, doña Letizia tampoco cede y quiere que sea su madre la abuela omnipresente. Mientras tanto, la reina emérita sufre en silencio.
Que a doña Letizia no le gusta Palma de Mallorca es público y notorio. No está cómoda durante el posado familiar con su esposo e hijas. Si por ella fuera, Leonor y Sofía no formarían parte de este ritual que se lleva a cabo cada verano. Su obsesión por la privacidad de las niñas raya en la obcecación. Quiere que crezcan como cualquier niña de su edad pero olvida que su destino no será como el de otras niñas de su edad. Debería aceptar con naturalidad las obligaciones del cargo, pues van en el sueldo, bastante generoso, por cierto. Se nota que la reina tiene ganas de abandonar Palma para irse a esas vacaciones privadas que ha impuesto como norma. Quién sabe si este año su estancia en la isla será más larga debido a los últimos escándalos que han afectado a la monarquía y con los que el rey tiene que lidiar para que no salpiquen su reinado.