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Doña Sofía se cansa de la "amiga" del Rey Juan Carlos y toma medidas drásticas

La soberana ha visto como Marta se ha llevado cualquier posibilidad de arreglo amistoso con su marido. Así las cosas, ha dado un golpe en la mesa y ha dejado muy claras sus intenciones.

La Reina Sofía da un golpe en la mesa.

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Marta Gayá es el refugio al que ha vuelto don Juan Carlos tras unos años de travesía por el desierto. Esta mujer, de quien el rey emérito llegó a confesar estar profundamente enamorado, ha estado siempre ahí. Ni cuando apareció Corinna perdió el temple, sabía que tarde o temprano el soberano volvería a llamar a su puerta. Como así ha sido. Por ella, el monarca hizo uno de los mayores desplantes a la reina Sofía que se recuerdan durante una comida en el Club Náutico de Palma. Ocurrió que todos tuvieron que esperar para empezar a comer hasta que apareció Marta en compañía de José Luis de Villalonga y otros amigos. Nadie dijo nada pero todos se dieron cuenta del escarnio al que, una vez más, había vuelto a ser sometida la reina emérita.

Aunque algunos íntimos de don Juan Carlos siempre han sostenido que Marta Gayá jamás ha indispuesto al soberano con su esposa, la realidad es otra muy distinta. Esta mujer, de quien pocos datos se conocen, ha conseguido tener su lugar bajo el sol del rey emérito. Se ha dejado ver con él en Mallorca y jamás se ha escondido, importándole muy poco que doña Sofía y sus hijos estuvieran cerca. Durante años, ha formado parte de la casta de los intocables del soberano. Se movía libremente sabedora de que nadie le pondría cara ni se atrevería a hablar de ella. Para la historia quedará como movió los hilos para que fuera su íntimo amigo, José Luis de Villalonga, quien escribiera la biografía del soberano cuando el elegido ya estaba designado y era Baltasar Porcel.

En el otoño de su vida, y cuando muchos apostaban por un acercamiento con doña Sofía en un plan de amistad, don Juan Carlos ha vuelto a hacer de su capa un sayo. Su familia se quedó de piedra al ver al soberano acompañado de Marta en un acto en Irlanda. ¿Por qué hizo tal cosa? Hay quien tiene la teoría de que fue una pataleta por no darle el protagonismo que merecía en el cuarenta aniversario de la democracia. Sea como fuere, el caso es que el monarca no está dispuesto a renunciar a Marta. Ya no siente por ella aquella pasión de antaño. El tiempo pasa y los años no perdonan. Él tiene 80 y ella 68. No obstante, se encuentran muy bien juntos. Tanto que han decidido disfrutar del verano juntos. El monarca no se ha dejado ver por Mallorca, Gayá tampoco. Están desaparecidos desde que fueran captados en Irlanda.

Nada como los adornos para crear una imagen a medida, es lo que algunos llevan años haciendo con Marta Gayá. Aseguran que ella jamás ha pedido nada al rey. Sin embargo, hasta donde se sabe, todas las amigas especiales de don Juan Carlos han salido caras. ¿Por qué iba a ser la mallorquina una excepción? Se sabe que su padre era un acaudalado hombre de negocios y que se casó con un ingeniero que salió huyendo al ver que su matrimonio era cosa de tres. Mientras tanto, doña Sofía sufre en silencio. Otra vez se ha refugiado junto a su hermano Constantino en Grecia. Está harta de aguantar tantos desplantes de su marido. Es consciente de que la sombra de Marta Gayá la ha perseguido hasta que ha logrado atraparla. Así las cosas, y con la corona ya en manos de su hijo, doña Sofía piensa que ya es momento de vivir sin presiones. Ya ha cumplido con lo que se esperaba de ella cuando se casó y desea disfrutar lo que le queda de vida tranquila y sin sobresaltos. No habrá divorcio con el padre de sus hijos pero sí el tan típico “Ahí te quedas” que se utilizaba en los tiempos de Franco cuando no había posibilidad de disolver el vínculo matrimonial. “Nobleza obliga”, hasta cierto punto. Todos tenemos un tope, hasta la reina Sofía.