Críticas a la reina Letizia por su uso y abuso de los cócteles de belleza

El rostro de doña Leticia nada tiene que ver con el que conocimos cuando se la presentó como la prometida del príncipe Felipe. Entonces lucía una nariz y un mentón prominentes y a su piel le faltaba vida. En aquellos días, estaba dedicada en cuerpo y alma a su profesión y poco le importaba su aspecto. Sin embargo, una vez se casó con don Felipe, todo cambió. Dicen las malas lenguas que fueron los funcionarios de palacio quienes trazaron una estrategia para dulcificar el rostro de la entonces princesa. No es ningún secreto que su acogida por parte de la ciudadanía no fue demasiado buena. Dio muestras de que tenía un fuerte carácter muy pronto y eso no gustó. Lo sectores más conservadores se echaron las manos a la cabeza cuando supieron que era divorciada y otros detalles más.

No cabe duda que la soberana ha ganado al operarse la nariz y reducir el mentón, al menos en dulzura. Su piel luce tersa y luminosa gracias a los cocktails de botox, ácido hialurónico, silicio, vitaminas, entre otras sustancias utilizadas en la medicina estética. Así las cosas, ni rastro queda ya de la princesa periodista, cada día más alejada de la que fuera su profesión. Cuentan algunos de los presentes en el último posado familiar que Don Felipe y su familia protagonizaron este verano en Palma de Mallorca que la soberana advirtió a los reporteros allí congregados que Leonor y Sofía estaban muy bien aleccionadas. Vamos, que vino a decir que las infantas sabían lo que tenían que responder. La mayoría se quedó de piedra, pues tan solo se trataba de saludar a las pequeñas y preguntarles cómo estaban.

Y han sido sus hijas las que han puesto en el ojo del huracán a doña Letizia. Se captó una foto mientras las llevaba en coche al colegio que ha dado pie a que muchos se pregunten si acababa de pincharse algún coctel de belleza. Por lo temprano de la hora, se supone que no, pero el debate ya está en la calle. ¿Abusa la soberana de la medicina estética? Ciertamente, no aparenta la edad que tiene, parece quince años más joven. Y nada de nobleza obliga, pues otras royals optan por la belleza natural. Ahí está la princesa Carolina de Mónaco, bellísima en su juventud y en su madurez. Esta obsesión de la soberana por lucir un rostro perfecto hace que se la compare con la reina Rania, un modelo que estaba muy desaconsejado dentro de los cánones de la familia real española.

La belleza no es barata. Estos cócteles que se pincha la soberana andan por los 600 euros, siempre dependiendo de los ingredientes. Por otro lado, están los tratamientos faciales que le practican en un conocido centro estético donde miman su piel de forma artesanal y también con las máquinas más punteras. A esto hay que sumar los masajes y tratamientos corporales que tienen como misión tensar, hidratar, exfoliar… Un punto y aparte merece su cabello, cuidado con mimo a base de mascarillas, serums y vitaminas. Luego está la manicura y pedicura. Si se echan las cuentas, la cifra es elevada. Mínimo, 3.000 euros al mes, y eso tirando por lo bajo.