Tragedia confirmada: muere el querido humorista malagueño Chiquito de la Calzada
Gregorio Esteban Sánchez ha fallecido tras dos semanas ingresado e incapaz de superar una angina de pecho. Días antes se había caído en su domicilio y se disparaban todas las alarmas.
El humorista Gregorio Esteban Sánchez Fernández, más conocido popularmente como Chiquito de la Calzada, ha fallecido la madrugada de este sábado a los 85 años en Málaga, según han informado fuentes sanitarias del Hospital Regional de Málaga, tras haber sido sometido el viernes a un cateterismo cardíaco.
Chiquito de la Calzada había sufrido hace dos semanas una angina de pecho que motivó su ingreso.
Décadas antes de que Chiquito de la Calzada popularizase, en el verano de 1994, con 62 años, expresiones descacharrantes como “¡Fistro!”, “Pecador de la pradera”, “¿Te dah cuen?” o “Jaarl”… en sus intervenciones en el programa de televisión Genio y figura, de Antena 3, Gregorio Sánchez (Málaga, 1932) era un jornalero del cante jondo que había empezado en los tablaos con ocho años (de ahí lo de Chiquito).
Fernández nació “después de los dolores”, como solía decir, en una zona de la ciudad malagueña llamada La Calzada de la Trinidad. Hijo de electricista, fue el segundo de tres hermanos. Chiquito se fogueó, “con muchas fatiguitas”, en la época en que los cuadros flamencos daban gusto a los señoritos andaluces en interminables noches de juerga. Llegó a acompañar a Camarón de palmero y como cantaor actuó en algunos de los principales teatros de Madrid. Hizo bolos en el extranjero, incluso en Japón, donde llegó a vivir dos años acompañando a figuras del flamenco. “Lo pasé muy mal”, había declarado. “Dormía con un cuchillo porque una vez me robaron la cartera, y era carísimo, una barra de pan costaba como un empaste”, contaba con la misma gracia que mostraba en los platós.
Sin embargo, tuvo que ser la televisión la que lo catapultó a la fama en Genio y figura. Fue el productor y director Tomás Summers quien lo descubrió durante una comida en la que oía en otra mesa a alguien contando chistes sin parar.
Chiquito de la Calzada protagonizaba divertidas interpretaciones en las que empalmaba un chiste tras otro mientras caminaba dando pasos largos y saltitos de un lado al otro del escenario. Sus movimientos, sonidos guturales y juegos de palabras difíciles de entender atrapaban a los espectadores. Una vis cómica que estaba más en cómo contaba los chistes, alargados hasta el extremo.
Los televidentes amaron aquel fenómeno trajeado, de cara simpática, calvo y con patillas largas, que derramana un estilo entre lo surrealista y lo casposo. De inmediato le surgieron muchos imitadores, en público y en privado, incluido el rey Juan Carlos, como aseguró en una entrevista. Él admiraba a Cantinflas, del que le gustaba “cómo movía el culillo”, decía. En sus puestas en escena, Chiquito tiraba mucho de improvisación. Sus dichos y chascarrillos le venían a la mente mientras caminaba y hablaba solo por las mañanas en su casa del paseo marítimo de Málaga. Entonces anotaba en un pequeño cuaderno esas frases que le servían como arranques de sus gags.