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Jorge Javier, harto de las críticas, explota y ajusta cuentas con el pasado

El 2017 no está resultando un buen año para Jorge. Ha sufrido un altibajo emocional del que está saliendo. GH está siendo un fiasco y Sálvame no remonta el vuelo. El desquite de Jorge Javier

Jorge Javier no puede más y explota

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Jorge Javier no está en su mejor momento. Él mismo confesó lo duros que habían sido los últimos tiempos. Perdió el tono vital y le costaba un mundo salir de casa. Sin duda, el 2017 no pasará a la historia como su mejor año, más bien ha sido horribilis. En realidad, bajo esa imagen de persona con la piel dura se esconde un hombre sensible que sufre por lo que acontece a su alrededor. Se entrega en todos los proyectos en los que se embarca, de tal forma que siente como propio el fracaso. Podría pasar de todo dado que tiene las espaldas cubiertas. Sin embargo, su manera de entender la profesión no lo permite. Empezó de abajo y sabe que el éxito viene dado gracias al trabajo en equipo, de ahí que siempre haya querido ser uno más. Tan solo hay que ver que trata a los colaboradores de igual a igual.

Llevar ocho años al frente de Sálvame pasa factura. El espacio, que Jorge describe como neorralismo televisivo, deja impronta en quienes participan de él. Lo del buque insignia de las tardes de Telecinco es un caso cuasi sin parangón. Parece que nadie lo ve pero todos están al cabo de la calle de lo que ocurre. Se comprende que los famosos hayan puesto el grito en el cielo cuando les han dado duro. De hecho, este punto motivó un replanteamiento. Era imposible lidiar con tantas demandas por intromisión al honor. Así las cosas, se dio un giro total que convirtió a los colaboradores en protagonistas de un reality. Aquí no vale excusarse en el “Yo soy periodista” porque todos han tenido que hacer concesiones, ni que sea a disfrazarse. Porque si algo tiene Sálvame es que iguala a todos por igual, la máxima del espectáculo.

Esta temporada Jorge Javier Vázquez acusa lo fuerte que le han dado. Confiaba en que se haría con el favor del público incondicional a Gran Hermano pero no ha sido así. Los ex concursantes del reality manifestaron su descontento cuando el de Badalona fue el recambio escogido para Mercedes Milá. Él creyó que podría con el reto y ni tan siquiera pensó en el fracaso. Estaba pletórico y se sentía poderoso. Le faltó ese puntito de inseguridad que lleva al análisis profundo. Algo imposible porque, para entonces, ya se había elevado tres metros sobre el suelo. Tampoco quienes le rodean supieron aconsejarle. Es cierto que tiene amigos pero pocos se atreven a llevarle la contraria. El hecho de tener fuerza en Telecinco hace que no le tosan porque saben que, llegado el momento, es un buen valedor.

Harto de las críticas, Jorge Javier ha ajustado cuentas con el pasado a través de su blog en Lecturas. Y lo ha hecho tirando a dar contra una presentadora de quien afirma, en sus contadas apariciones, se dedica a bramar contra la televisión actual: “Cada vez que veo a esta persona aparecer en televisión se me revuelven las tripas. No me pasa sólo con ella. Me pasa con otras tantas. Señoras y señores de cierta edad que en su día gozaron de mucha relevancia en nuestro país y que ahora, relegados al olvido por el público que antes les adoraba, se dedican a despotricar contra la televisión actual. Pasean su sonrisa bonachona por platós y suspiran por un pasado que, según ellos, siempre fue mejor. Algunos críticos les dedican crónicas maravillosas y los ponen como ejemplos a seguir. Y a veces me dan ganas de contar que esas personas a las que seguíamos con devoción eran auténticas tiranas. Que maltrataban y humillaban a sus equipos. Que provocaron depresiones. Que empujaron a muchísimos compañeros a abandonar la televisión porque les hicieron creer que trabajar en este medio significaba acostumbrarse a convivir con la ansiedad y la desesperación. Ahora que empezamos a perder el miedo a denunciar los abusos sexuales, deberíamos perderlo también para empezar a señalar a aquellos que convirtieron las redacciones de televisión en campos de algodón repletos de esclavos maltratados”. Ya se hacen apuestas y es posible que muy pronto conozcamos la identidad de la comunicadora en cuestión. Porque Jorge no tiene pelos en la lengua, a excepción de que la compañera esté en Telecinco. Eso ya le obligaría a callar por aquello de que “Entre bomberos, no nos pisamos la manguera”.

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