Cayetano Martínez de Irujo desvela sus secretos más salvajes y más caros
El conde de Salvatierra ha publicado recientemente un libro autobiográfico donde cuenta lo que no se sabía de él y de su familia o lo que se sabía, pero no se contaba por temor.
El quinto hijo que la difunta Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII Duquesa de Alba con Luis Martínez de Irujo ha decidido, cuando ronda la sesentena, abrirse en canal para contar a todos aspectos de su vida que nunca había sacado a la luz.
Cayetano Martínez de Irujo lo ha hecho a través de un libro, De Cayetana a Cayetano (Esfera de los Libros) donde cuenta con todo lujo de detalles “lo que supone el peso de un apellido y su historia”.
Este sábado, el Martínez de Irujo ha hecho otra impactante confesión. Ha sido en el suplemento de El Mundo LOC, que abre la entrevista al conde de Salvatierra con un titular demoledor: “Metí dos millones en la Cienciología buscando alivio”.
La cuestión es que Cayetano vivió su infancia absolutamente perdido en la soledad de un palacio, con falta de afecto, con niñeras que le pegaban, como él mismo confiesa y, cuando llegó a la adolescencia, estaba lleno de preguntas sin respuestas, en un momento especialmente difícil que coincidió con la muerte de su padre y, posteriormente la llegada de un padrastro, Jesús Aguirre. Todo eso le marcó y en su vida adulta sufrió las consecuencias: “Con 50 años, me di cuenta de que todavía sufría una distorsión entre lo que eran para mí el arraigo a la Casa de Alba y el dolor que me había producido en mi infancia y en mi adolescencia”.
Sus vías de escape: Cienciología y noche madrileña
¿Y donde buscó refugio el quinto de los Martínez de Irujo-Alba? Nada menos que en una de las entidades que cuentan con más adeptos entre ricos, famosos y millonarios. La Iglesia de la Cienciología.
El hermano de Eugenia Martínez de Irujo, lo explica de este modo: “Metí dos millones de pesetas, porque a mi me había captado un tío, un egipcio o un tunecino, e hice una purga de 20 días de sauna. Sí, probaba lo que me pudiera aliviar, pero tenía conciencia suficiente para no quedarme atrapado”.
En la entrevista, el conde de Salvatierra hace otras confesiones impactantes, como el hecho de que otra de las vías de escape que buscó a tanto sufrimiento fue la noche madrileña que descubrió con tan sólo 16 años: “fui un ser salvaje. Señoras mayores, mucha turbulencia. Yo salía por las noches, hacía lo que me daba la gana, buscaba una huida”.