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Peñafiel desvela la decisión más "cruel" de Doña Letizia con su propio marido

Una anécdota aparentemente normal e inofensiva sobre la Princesa Leonor le ha valido al periodista especializado en Casa Real a sacar a la luz otra sobre la cara más desconocida de la Reina.

Doña Letizia, Don Felipe y las mascotas reales...

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Siguiendo la senda de los últimos tiempos en que la heredera la Trono de España ha ido cogiendo más protagonismo en la Agenda Real y también lo ha hecho en las columnas de Jaime Peñafiel. Y este fin de semana la Princesa Leonor volvió a colarse en la tribuna que el periodista tiene en LOC.

Todo porque como casi el resto de los miembros de la Familia Real la primogénita de Felipe VI ya tiene su mascota: "Se trata de Sara, el pastor labrador que le regalaron, en 2015, con motivo de su Primera Comunión".

Una noticia aparentemente normal y que no tiene más allá pero que a Peñafiel le ha sorprendido mucho. ¿Por qué? Porque se acuerda de lo que le sucedió a "Puskin, el schnauzer de color negro que, durante muchos años, formó parte de la vida de Felipe. Hasta que, en 2004, llegó Letizia poniéndolo de patitas en la calle".

Según el periodista, "nadie de los Borbones había amado a su perro como él. Tanto significaba que, cuando el animal intuía que su amo preparaba un viaje, empezaba a vomitar por todos los rincones. Felipe no llamaba a nadie del servicio para limpiarlo. Lo hacía él mismo. ‘Puskin’ significaba mucho en su vida".

Cómo sería, que "cuando el Príncipe marcha a la Universidad de Georgetown en Washington, en el otoño de 1993, y sus padres le hacen una visita a su hijo, Doña Sofía decide darle una gran sorpresa: llevarle a su perro. La Reina advirtió que el pobre animal, acostumbrado a que Felipe le diera de comer todos los días, se negaba a ello y se pasaba todo el tiempo buscándole por la casa".

Es por ello que, según Peñafiel, "nadie se explica que Letizia tomara esta cruel decisión y peor que el Príncipe se callara. Cierto es que eran otros tiempos. Ella acababa de entrar en la casa mandando mucho y él debía estar, entonces, muy enamorado para permitirle echar a su perro de la casa. Dicen que el pobre debió ser devorado por las alimañas del monte de El Pardo. Pienso que Felipe no se lo perdonó".

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