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Un daño colateral llamado Ortega Cano: Rocío Flores sabía que había dos cámaras

Cuando la hija de Antonio David Flores y Rocío Carrasco destapó la liebre sobre la mujer de su exabuelastro torero en medio de la isla muchos se preguntaron si se dio cuenta. No es posible.

José Ortega Cano, víctima colateral de la incontinencia de Rocío Flores.

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De piedra nos quedamos todos cuando Rocío Flores desveló ante el asombro de propios y extraños un posible coqueteo de Ana María Aldón con el torero Pavón, en Supervivientes. Como una metralleta disparando sin control, la hija de Antonio David reprochaba, a la mujer de Ortega Cano, una actitud que había pasado totalmente desapercibida dentro y fuera de la isla: “¿y del tonteo que trae contigo Pavón, hablamos? ¿Hablamos de eso? ¿Lo ponemos todo sobre la mesa? Yo sé de lo que hablo”. Unas palabras que cayeron como un jarro de agua fría sobre una Ana María que no daba crédito a lo que acababa de escuchar: “¿qué tonteo? Pero, ¿qué es lo que estás diciendo?”.

Inmediatamente los familiares más directos intentaban justificar en los platós de Mediaset la incomprensible e innecesaria salida de tono de Flores Carrasco. Todos parecían haber leído un mismo guión, en el que Aldón no salía muy beneficiada. Y es que para los familiares la incontinencia verbal de Rocío, fue una “comprensible” reacción al no verse defendida por Ana María Aldón, cuando Yiya se enfrentó a la nieta de la jurado en la palapa. La propia Gloria Camila no entendió la actitud de la mujer de su padre y la censuró. Y yo aquí estoy con ella, porque Ana María no puede tener el mismo cariño por Rocío que por una compañera con la que apenas ha convivido unos días.

Luego nos contaron que hubo una comida familiar de todo el clan Flores, Cano, Aldón antes de partir rumbo a la aventura y que las concursantes hicieron un pacto de no agresión, pero de independencia. Un argumento absurdo ya que de ser así: ¿qué le tenía entonces que reprochar Rocío a la Aldón? Y como este argumento se cayó por su propio peso, se pasó a el recurrido momento de que Flores Carrasco “no era consciente de que la estaban grabando”.

Lo cierto es que por mucho que se intente justificar, Rocío sabía que tenía al menos una cámara grabando a escasos metros de su cara, si no eran dos. Y los que hemos pisado las playas hondureñas sabemos que si quieres advertir o reclamar a alguien a quien realmente quieres proteger, existen recovecos suficientes, para decir aquello que no quieres que trascienda en España. Esa es la realidad. Pero Rocío lo dijo y dio la sensación de que sabía lo que quería decir.

Y fue acabar la gala y las cámaras giraron hacia el tercero en discordia, el maestro Ortega Cano. Desde que Rocío dio a conocer un posible “coqueteo” entre Ana María y Pavón varios equipos de prensa siguen a diario al torero.

Ortega que no quería ser protagonista de la aventura de su esposa, se ha convertido en el daño colateral necesario derivado de la incontinencia verbal de la pequeña Flores Carrasco. Ante su puerta le esperan día sí y día también, varios equipos de prensa que no dejan de preguntarle por Ana María y Pavón. El maestro aguanta estoico, pero no contesta, eso sí, tuerce el ceño cuando estas preguntas se las hacen delante del pequeño José María. Y aquí yo de nuevo me posiciono al lado del maestro, los niños escuchan todo y hay determinadas preguntas que deben hacerse sin la presencia de menores.

A pesar de ello Ortega Cano saluda y da las gracias, pero en su rostro se atisba seriedad y preocupación. La propia Rosa Benito en el programa Ya es mediodía, nos aseguraba que “con todo este follón, Ortega no lo estaba pasando nada bien”.

Pero el torero que ya tiene un máster en esto de la prensa, no piensa dar más explicaciones. Sabe que tiene a su hija Gloria Camila que muere por su padre y que, si lo tiene que defender lo hará con la contundencia suficiente como para que él siga en un segundo plano. Igual que todos sabemos que si Gloria Camila viera alguna actitud en la mujer de su padre que pudiera perjudicarle, lo censuraría alto y claro.

Mientras, él intenta seguir con su tranquila vida. Todas las mañanas sale de su casa en Aldea del Fresno y se dirige a una especie de mercado, situado en la plazoleta, allí compra el pan y habla con los vecinos. Dicen los que le tratan que últimamente le ven “como frágil, lento a la hora de caminar”. Cuentan además que muchos días le acompaña su hijo, el pequeño José María. Un niño educado, risueño y que cuida con esmero de su padre y que en ocasiones hasta torean: “hay unas pistas de pádel en las que Ortega saca como una cabeza de esas que se utilizan en las escuelas taurinas y torean un rato. Es entrañable verlos juntos”. Y cuando no va con su hijo pequeño el que siempre le acompaña es Aniceto, marido de su hermana Carmen, su eterno acompañante y el guardián de todos sus secretos.

Ortega no lo está pasando bien con todo lo que se está ya comentando en los platós de televisión, pero quiere mantenerse al margen de la aventura que ha decidido tomar su esposa. Quiere estar tranquilo disfrutar de sus hijos, ir a buscar a su mujer cuando finalice su estancia en Supervivientes y si hay algo que hablar o aclarar entre ellos, lo harán en la privacidad de su hogar.

Lo que no sabemos son los planes de futuro que tiene Ana María Aldón. Y es que una vez que se prueba las mieles del éxito televisivo, muchos no son capaces de regresar a su vida anterior.

Pero eso lo averiguaremos con el tiempo.

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