La "desaparición" de Doña Leonor y su hermana da rienda suelta a una fea teoría
Nadie sabe nada de la Princesa de Asturias ni de su hermana desde antes de que se decretara el estado de alarma, algo que contrasta pero que mucho con lo que pasa alrededor y surgen dudas.
Desde el pasado 9 de marzo no se sabe nada de Doña Leonor y de su hemana Sofía. Fue el último día que acudieron al cole, en un coche con cristales tintados y después de que se conociera que un compañero de centro había dado positivo en Covid-19.
Horas después, la Comunidad de Madrid anunciaba la suspensión de las clases presenciales y desde entonces no hay noticias de la Princesa de Asturias ni de su hermana.
Lo único que se sabe es que como el resto de los españoles, viven confinadas en su casa, concretamente el conocido como Pabellón del Príncipe, a un kilómetro del Palacio de la Zarzuela.
La Casa del Rey mantiene una estricta y opaca política de opacidad, pero Eduardo Álvarez publica en LOC que "Leonor y Sofía mantienen casi la misma rutina de horarios que cuando acudían al colegio y siguen aprovechando al máximo el curso, tanto a través de las clases virtuales que imparten los profesores como de todos los materiales actualizados en la intranet del centro".
Lo que llama la atención es la decisión de Zarzuela de no facilitar ninguna imagen de la heredera en contraste con con las instantáneas que sí están difundiendo otras familias reales europeas.
Holanda, por ejemplo, no tardó en difundir imágenes de su familia real al completo volcada en el apoyo a quienes combaten en primera línea la pandemia: "Los reyes Guillermo y Máxima, junto a sus tres hijas, tuvieron que guardar una cuarentena de dos semanas, confinados en el palacio Huis ten Bosch, su residencia habitual en La Haya, como medida de precaución al regreso de unos días de asueto en una estación de esquí. En ese contexto, enseguida dio la vuelta al mundo cómo los cinco participaban, como el resto de los ciudadanos, en los aplausos que cada día se dirigen al personal sanitario".
Más aún, la princesa Amalia, heredera del trono holandés, se ha dejado ver en algunas imágenes dando caceroladas y lanzando gritos de ánimo.
Algo parecido a lo que ha pasado en Reino Unido, donde los tres hijos del príncipe Guillermo y Kate Middleton, George, Carlota y Louis se han dejado ver aplaudiendo a los médicos y las enfermeras desde el jardín de Anmer Hall, en Norfolk, donde la familia se ha establecido para pasar esta etapa.
En Noruega no han parado de difundirse imágenes cotidianas de los miembros de la familia real; propia heredera, Ingrid, colgaba en redes fotos de sus padres, Haakon y Mette-Marit, sentados en la mesa para degustar un chili con carne preparado por su hermano, el príncipe Sverre Magnus.
En Dinamarca los príncipes Federico y Mary han aparecido en público en distintos momentos con sus cuatro hijos y todos han participado en un documental de la televisión pública para infundir ánimos a la población ante la pandemia.
Por no hablar de Bélgica, donde los cuatro hijos de los reyes Felipe y Matilde (también la heredera, Isabel) han repartido gofres en residencias de Bruselas y forman parte de "una red de voluntarios que hacen turnos en una especie de teléfono de la esperanza para que personas mayores que están pasando el confinamiento en soledad cuenten con un apoyo al otro lado del auricular".
Todos ellos, concluye Álvarez, son ejemplos que muestran la "solidaridad y cercanía de quienes están llamados a reinar en el futuro con su pueblo" pero en España, "seguimos con una sobreprotección mal entendida de la heredera y de su hermana que hace que sean dos de las princesas europeas con menos apariciones públicas cada año. Y, como subraya un experto en monarquías a LOC, no se puede querer a quien no se deja conocer".