Eyre destapa ahora el momento cumbre del eterno paripé entre Juan Carlos y Sofía
Siguen saliendo a la luz uno a uno los grandes momentos entre los reyes eméritos. Por ejemplo, cuando la madre de Felipe VI tuvo que poner al mal tiempo buena cara.
Abierta la veda, la vida sentimental y los desplantes del Rey Juan Carlos a Doña Sofía siguen saliendo a la luz. Cuando la antigua Reina puso al mal tiempo buena cara por obligación institucional y cuando, harta, decidió vengarse entre bambalinas de su marido.
La periodista Pilar Eyre sigue desgranando algunos de los momentos decisivos en una relación que fue durante décadas, como poco, singular. Uno de los episodios cumbre en los que Sofía tuvo que guardar las formas fue en los Juegos Olímpicos de 1982. Con una rival sobre el terreno.
"Indiscutiblemente, el centro de atención de los Juegos Olímpicos de Barcelona fue el rey don Juan Carlos", explica la cronista en la última entrada de su blog. "Estaba en la cumbre de su popularidad. En esos días se hizo una encuesta en la prensa catalana y, al preguntar quiénes eran las figuras más importantes de estos Juegos Olímpicos, el primero fue Maragall y el segundo, Juan Carlos".
"Jordi Pujol, el president de la Generalitat, manifestó que lo admiraba porque era una de las personas que mejor entendía el hecho catalán y don Juan Carlos se paseaba guapo, bronceado, sonriente, seguro de sí mismo, convertido en el talismán de la selección española", relata Eyre.
Y recuerda que "Sofía y Juan Carlos eran la imagen icónica de un país moderno y avanzado y se movían como estrellas de Hollywood, repartiendo abrazos y sonrisas. Pero todo era una comedia de cara a la galería… La pareja real se alojaba en el palacio de Pedralbes y, por las noches, los gritos que se dirigían se oían desde el jardín".
"La Reina se había enterado de que el rey tenía una relación seria con Marta Gayá, que también estaba en Barcelona, y otra no tan seria con una dama catalana y una vez… Pero esto es ya otra historia. ¡Ay, quién pudiera volver a esos tiempos en los que todo parecía posible!", ironiza Eyre.