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Revelado el dineral que se gastó Kiko Matamoros en perder sus orejas de soplillo

Viva la vida destapa el coste que ha tenido para su polemista, con problemas médicos ahora, cambiarse casi todo con el bisturí a lo largo de los años. Alucinante.

Kiko Matamoros, en sus distintas versiones

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Kiko Matamoros siempre está de moda: ora por sus problemas médicos, que le han tenido postrado en cama hospitalaria hasta hace un rato como quien dice; ora por sus polémicas, especialmente con su ex por antonomasia, la tampoco muy sutil Makoke.

Pero nadie esperaba que uno de sus grandes secretos, la inversión hecha en operaciones de estética, fue a ser revelado en su casa, en Telecinco. Pero así ha sido. El "Viva la Vida" veraniego, con Toñi Moreno al frente, a echado cuentas de cuánto se ha gastado uno de sus principales polemistas en retoques.

Y sale una factura de ésas para un coche de gama alta o casi un apartamento en algunos pueblitos apartados de la costa española: 45.000 euros. Ése es el importe de habérselo tocado casi todo, según el espacio de Mediaset.


Por el bisturí ha pasado por la anatomía del Matamoros más famoso, con 17 años a sus espaldas de televisión, más la Policía Municipal por un botellón en tiempos de coronavirus.

La primera visita al quirófano fue en 2011, cuenta Viva la Vida, para someterse a una autoplastia: para que nos entendamos, operarse para no tener las puertas del 600 abiertas, esas orejas de soplillo que tantos quebraderos de cabeza dan a sus propietarios. 3.000 euros se gastó Kiko en distanciarse de Dumbo.

La metamorfosis

La cuenta subió y mucho en los dos años siguientes, con intervenciones que empezaron, ya de verdad, a provocar una metamorfosis facial: levantar los párpados, quitar las bolsas de las ojeras y, el gran salto, una rinoplastia en la zona nasal que le hicieron parecer ya distinto.

En 2015 ya con 59 años, se quitó una década de edad con un lifting intenso, de ésos que te dejan la piel de la cara como el trasero de un bebé pero te ponen muchas trabas para sonreír sin temor a que allí se rompa algo. Y tanta afición le cogió que su último capricho fue de lo más espectacular: un implante capilar para las cejas. Genio, figura y bisturí, sin duda.