El mayor deseo de Urdangarin tras cumplir dos años y medio entre rejas
La pandemia del coronavirus está marcando y pasando factura, sin duda, a la estancia del cuñado del Rey Felipe en la prisión de Ávila, donde cumple condena por el caso Nóos.
Iñaki Urdangarin se convirtió el 18 de junio de 2018 en el único preso varón de la prisión de Brieva, la misma cárcel de mujeres donde cumplió su pena el ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán. El esposo de la infanta Elena lo hizo tras su sentencia en el caso Nóos. El tribunal le impuso una condena de 5 años y 10 meses de prisión por los delitos de prevaricación, malversación, tráfico de influencias, fraude a la Administración Pública y dos delitos fiscales.
Pese a haber logrado permiso para trabajar unas horas a la semana en una institución benéfica, el cuñado del Rey no ha logrado obtener el tercer grado. Una negativa que le llegó el pasado verano, en un año claramente marcado por la pandemia del coronavirus, que ha cambiado la vida, para peor, de la población reclusa de España.
Precisamente, hace días conocíamos la triste noticia de que Urdangarin se quedaba sin los permisos y las comunicaciones especiales (vis a vis y encuentros familiares), pero no solamente él, sino todos los presos de las prisión españoles. Un duro golpe para el yerno del Rey emérito que tiene como único desahogo las salidas de la cárcel al centro de Don Orione para realizar su voluntariado.
El físico de Iñaki Urdangarin ha sufrido bastante en estos años encerrado en prisión que, cada vez, resulta más desgastado por los duros momentos a los que se está enfrentando. A su vez, las apariciones de la Infanta Cristina son poquísimas y parece que lo que se está viviendo en la casa de la hija de la Reina Sofía es cada vez más duro.
El pasado miércoles se pudo ver al ex jugador de balonmano acudir a sus labores como voluntario y lo cierto es que su rostro refleja pena y tristeza por la situación tan difícil que está viviendo. Espera con ansia que se puedan llevar a cabo de nuevo los vis a vis para poder ver a su mujer y también, que le aprueben el tercer grado para que las salidas de prisión sean cada vez más esporádicas.