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Adiós, Mila Ximénez

Jesús Manuel Ruiz se despide de su amiga y de su compañera en Sálvame, fallecida un año después de anunciar su enfermedad y luchar contra ella con su valentía de siempre.

Mila Ximénez, no era gato ni tampoco lobo.

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Su voz se ha apagado. Y sus ganas. Y su fuerza. Y su talento. Su genialidad. Su carácter. Y su forma de ser. Quererla fue conocerla. Y llegado a ese punto, conoces a la mujer indómita y a la amiga servil. Como los grandes (ella lo fue en la comunicación) no son fáciles. Al tiempo que son irrepetibles.

Hace unas horas, hemos tenido que aprender a utilizar el pretérito al referirnos a Mila Ximénez. Una compañera que no tuvo término medio. Ni siquiera para querer. Mila no ha conseguido ganar la batalla al cáncer de pulmón.

Mila Ximénez ha luchado, era fuerte y se ha ido rodeada de los suyos

La mujer fuerte que consigue arrebatarle muchos triunfos a la vida, a las sombras de la vida, una mancha negra en el pulmón se la ha llevado al otro mundo. No sé dónde. Mila ha luchado. Mila era fuerte. Mila se ha ido rodeada de sus tres hermanos, Conchi, Nani y su mayor valedor Manolo Ximénez. Un señor de Sevilla que llegó a Madrid a ser el mejor escudero de una mujer que se comía la pantalla con los ojos, la boca y el verbo. Manolo puso todo lo demás.

El verbo de Mila que supo utilizar en todos los campos del periodismo. En la entrevista, en la radio, en la televisión y en la crónica más feroz. Mucha fachada para tener un fondo menos fiero. No era gato ni tampoco lobo.

Valiente hasta para anunciar en el . Por teléfono y una calurosa tarde del 16 de junio. Exactamente un año. Nada más.

Hoy quiero recordarte con dos momentos. Uno fue el 1 de septiembre de 2003 (empezaba a entender este oficio un servidor) tu intervención en el extinto Aquí Hay Tomate de la mano de tu gran amigo Raúl Prieto. Aquel día me arrollaste desde el aspecto más relacionado con la prensa que amo desde hace años, la prensa de sociedad.

Un reencuentro con demasiados recuerdos o demasiado racional

El otro momento fue hace poco. Es el día que coincidimos por última vez en un plató. Fue el 10 de marzo. Te pido perdón desde aquí porque no supe estar a la altura de las circunstancias. Estuve distante (o mejor dicho, no cercano) porque no supe interactuar contigo. La bofetada a dos manos que me dio el reencuentro no la supe gestionar. Demasiados recuerdos o demasiado racional.

Te lo explicaré cuando nos encontremos. Allá donde sea. Tenemos pendiente esa "ese agua con misterio" que nos prometimos cuando todo este mal sueño pasase. El sueño se ha desvelado. No ha podido ser. Te quiero Mila. Descansa en paz.