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Adolfo Suárez sigue “vivo” 43 años después: hablan sin filtros sus "amigas"

Casi cuatro décadas y media de la Carta Magna y ESdiario se ha desplazado a Cebreros, el lugar donde nació el primer presidente de la Democracia española y ha encontrado un poco de todo.

Jesús Manuel Ruiz con Chema Suárez y la relaciones públicas Marilé Zaera.

Jesús Manuel Ruiz con Chema Suárez y la relaciones públicas Marilé Zaera.

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Este lunes hace 43 años de la Constitución de nuestro país. La del 78. Casi cuatro décadas y media de la Carta Magna. ESdiario se ha desplazado a Cebreros (Ávila) al lugar donde nació el primer presidente de la democracia. Un presidente designado en primer lugar por el Rey Juan Carlos en julio de 1976 y un año después elegido por las urnas democráticas en un país que despertaba como un arco iris del blanco y negro.

El Museo Adolfo Suárez y la Transición se halla a muy pocos metros del lugar donde nace Suárez un 25 de septiembre de 1932. El museo se planta sobre una antigua iglesia del siglo XIV. Después fue de todo hasta llegar a ser lo que es hoy, un monumento a la Transición.

Adolfo Suárez cumpliría 90 años. Este periódico ha estado con sus amigas de infancia. Con Asunción y sus compañeras de juegos de niñas. Asunción tiene 88 años. Y es la dueña del restaurante El Tropezón. Ahora lo gestiona su hijo José.

Para Asunción y sus vecinos, Adolfo Suárez no era tan sólo el más guapo. Lo era. Ha sido el mejor presidente. Y lo recuerda con una frase que aún la emociona. "Adolfo Suárez fue el presidente que comía con los pobres", explica, "le decía a su abuela Josefa, haz comida que viene gente que no tiene que comer".

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No solo en los rincones de Cebreros huele a Transición, también en sus barras

Por los rincones de Cebreros se huele a Transición. Y también en la barra de los bares donde hay un vino para el momento del recuerdo del paladar. Vino La Transición. Es el más solicitado. Un vino más amarillo que blanco. Y frío. Muy frío. Tan frío como el túnel del tiempo cuando accedes al museo de Suárez y te transporta años atrás. El atentado de Carrero Blanco, el entierro de Franco (el primero, el segundo lo protagonizó Pedro Sánchez con honores de funeral de Estado), la toma de posesión de Suárez, las primeras elecciones, el aperturismo a una nueva sociedad española.

Suárez sigue vivo. Uno no muere del todo hasta que se sigue recordando como nos descubre la película Coco de Disney. En el museo también hay un muñeco. Un ninot que fue indultado y que durante años fue el juguete de Alejandra Romero, duquesa de Suárez.

Alejandra es hija de Marian Suárez y primera nieta del presidente. Romero cedió su ninot al museo de su abuelo materno. De los hijos de Suárez, Marian fallecida de cáncer en 2004 fue el ojo derecho de papá. Y por la que luchó y dejó mucho patrimonio en el camino. Fue imposible. Primero muere su mujer Amparo Illana, el amor de su vida y por quien perdió la cabeza. En sentido literal. De amor. Y su otra gran pasión, su hija Marian. Al fallecer su primogénita, la enfermedad del olvido le dio el alivio para no presenciar el adiós a su hija.

Los Suárez son una institución en Cebreros. Todos los hermanos de Adolfo viven. Hipólito, Menchu, Ricardo y Chema. Estos dos últimos visitan con frecuencia su pueblo natal. El pueblo los quiere cerca. Son gente de calle. De costumbre. De pasado y de presente. Sencillez absoluta en un mundo de nuevos déspotas. Los de enfrente. Señores e hidalgos que saben deambular por una España que hoy cumple 43 años de democracia.

Adolfo Suárez.

Adolfo Suárez.

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