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Ana María Aldón y su “cámara de gas”: está "matando" poco a poco

La televisiva esposa de José Ortega Cano empieza a no convencer. Al principio fue una mujer discreta amante de su discreción. Ahora es todo lo contrario. El cuento de Caperucita ha cambiado.

Ana María Aldón.

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La mujer de José Ortega Cano está "matando" poco a poco. Y no en silencio. Es un gas desprendido a tiempos reducidos. Con cronómetro. Lo que le queda a su matrimonio. Es la manera de desaparecer pero sin que se note demasiado. Ya huele. El gas claro. La estrategia de Ana María Aldón es la utilizada en los viejos amores de otra época recogidos por la literatura para "querer desaparecer del mapa" utilizando a los antagonistas como malos y perversos de la película.

La historia decontada en capítulos ya sea en revista o en televisión empieza a recordar a la historia Los Cobardes y no en verso sino en prosa. Y no de Miguel Hernández sino de la "mujer andaluza" venida a más. Tiene su derecho. Por supuesto. Ana María Aldón con su última exclusiva en la revista Lecturas habla de una mujer que no ha encontrado su sitio. Una mujer que la familia de su marido no ha aceptado. Todo con el provecho de Rocío Carrasco y sus personajes damnificados y a su vez protagonistas. Y para rematar, aparece este fin de semana y con la cara de no "haber roto un plato" y sigue con el tema. Tiene que vender. Y continuar. Para continuar.

Ana María Aldón empieza a no convencer. Al principio fue una mujer discreta amante de su discreción. Ahora es todo lo contrario. Quiere su protagonismo al tiempo que bien peinada y bien maquillada. Esto es mucho más sencillo. El divorcio está reglado en nuestro Código Civil y en nuestras leyes. Todo hubiese sido más sencillo si se tararea Se nos rompió el amor. Y un guiño a La Más Grande. Hubiese gustado más que lo que ha hecho la heredera universal Rocío Carrasco y sus partidarios al tiempo que voceros periodísticos. Ni la primera ni la última. Otra cosa es cómo se están haciendo las cosas. Se están haciendo de otra manera. Muy distinta.

Ana María Aldón llena su "hucha" al tiempo que argumenta "ya no puedo más"

Ana María al tiempo que llena su "hucha" está intentando vender el victimismo para después decir "ya no puedo más". Y seguidamente anunciar su separación y posterior divorcio. El cuento de la caperucita es tan antiguo como la vida. O casi. Los buenos no son tan buenos ni los malos son tan malos. Un refrán de nueva creación.

Ana María Aldón tiene todo el derecho a separarse y emprender una nueva vida con otras personas. Incluso más jóvenes. Ahora ya está rodeada del mundo de la moda y sus aledaños. Tiene futuro y dinero. La protagonista ahora es ella. Ortega Cano y su familia han decidido vivir sus últimos años con tranquilidad. Aldón ha decidió que no sea así.

Los hemanos de Ortega Cano defendieron a Ana María Aldón al principio

Otra cosa distinta es hacernos creer que Ana María no tuvo poder en la casa al tiempo que aterrizaba en el mundo Ortega Cano. Eso es otro cantar. Y no el de Rocío Jurado. Pronto, muy pronto decidió cambiar la cocina de la casa de José y así se hizo. Las arcas entonces no estaban tan llenas y todo fue sufragado por el diestro cartagenero. Lo normal en una relación en la que hay amor y se compensan desigualdades. Había mucho amor y muchas desigualdades.

Los hermanos de Ortega Cano la defendieron desde el principio. Testigos fuimos algunos. De aquella Ana María que se fue a vivir a Zuera para estar cerca de su marido preso a la televisiva Aldón hay un gran trecho. Es la misma pero parece diferente. Ha podido escribir el final de la historia con su marido de otra manera. Ha utilizado el camino de la cobardía. También legítimo.

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