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Ana María Aldón ya hace nueva vida... y en muy buena compañía

Lo tenía preparado desde hace ya mucho tiempo, tal como adelantó ESdiario en junio, pero ahora este periódico ha sido testigo de su nueva existencia en el nuevo local de moda de Madrid.

Ana María Aldón ya ha iniciado su nueva vida.

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La aún mujer de José Ortega Cano ya tiene nueva vida. Nuevos amigos y nueva compañía nocturna. Ana María Aldón disfruta de la noche madrileña. Ha sido este pasado lunes en una cena en el restaurante La Flaca del Bosque. Uno de los restaurante que más ha calado en la sociedad del norte de Madrid entre el público más exquisito.

Un lugar que empieza a tener lista de espera por la buena acogida que ha tenido en estos dos últimos meses. Discreción, buen comer y ambiente distendido amenizados por los sones de una "guitarra". Este templo del manjar abrió sus puertas este pasado verano y se ha convertido en un lugar de moda de la comida y la música en directo.

Ana María Aldón muy bien acompañada en el nuevo local de moda

Ana María Aldón llega acompañada de dos hombres y una mujer. Ella no es Esther Arroyo como se ha comentado en algún medio con poca vista o ningún conocimiento del personaje. La mujer es una compañera de trabajo del programa en el que comparten el plató, Fiesta.

ESdiario está en una mesa cerca con vestido verde y chaqueta negra. Y muy sonriente. Tiene ganas de disfrutar. De conocer. De vivir. Ya lo anunciaba el pasado mes de junio este periódico. Ella tenía todo preparado para emprender una nueva vida lejos de Ortega Cano. Ana María veía un nuevo mundo y su marido no estaba en él, como reza la canción más o menos.

está muy pendiente de quien la observa. No pasa desapercibida. Los dos chicos que la acompañan son desconocidos. A uno de ellos, un joven que ronda los 45 años, los ojos de muchas (y muchos) se dirigen. Mirada penetrante y altura considerable. Cuerpo esculpido. Los ojos de Ana María también apuntan en esta dirección. No es ciega. La belleza es la belleza, aún prohibida.

Al finalizar la cena abandonan todos juntos el lugar y se desplazan a otro lugar. La noche tuvo que ser larga porque las noches de Halloween provocan de todo menos miedo. A algunas, claro.

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