Coge peso la idea de que Alba Carrillo y Jorge Pérez permitieron emitir el vídeo
Los dos colaboradores de Telecinco son verdugos de sí mismos y de su propio victimismo. Pero hay algo de lo que nadie habla. Esas imágenes no se podían emitir porque era un lugar privado.
Es el tema de la semana. Puede convertirse en el plato fuerte de la Navidad televisiva. Una fiesta ha dado para mucho más de lo normal. Al menos de las que se cuentan. Sofocos y escarceos pasan en todas. O casi todas las fiestas navideñas. calentaban "motores" antes del viernes pasado en la fiesta de la productora que los tiene contratados. Unicorn, la empresa de Ana Rosa Quintana. La tensión se palpaba cuando coincidían en el programa Ya es Mediodía presentado por Joaquín Prat.
El vídeo de la polémica y a su vez del calentón tan sólo ha podido ser visto por el gran público tras el consentimiento de sus protagonistas. Alba y Jorge eran conocedores que se iba a emitir el video. No hay otra opción. La productora no se arriesga a una posible demanda por alguna de las partes. Es un lugar privado. Y lo sucedido en estos sitios no públicos no es noticiable. Ni como imagen ni siquiera para comentar que se posee determinada imagen de los susodichos en actitud más que cariñosa. Bocas unidas y mano femenina a la altura media de la medida del acompañante. Buscando el cinturón.
Alba Carrillo y Jorge Pérez estaban tranquilos porque era un lugar privado no noticiable
Los protagonistas estaban tranquilos porque eran conocedores de que lo que sucediese allí era lugar privado y no noticiable. Otra cosa es lo sucedido. O bien la productora se arriesga a publicar conocedora de la improbable demanda porque son trabajadores de la empresa y si quieren continuar no puede demandar. Esta es una opción. Bastante lejana.
Y la otra posibilidad es que la empresa de les comentase que se iban a emitir una imágenes que tenían de la fiesta y que fueran Pérez y Carrillo los que autorizaran la emisión. Previo paso por caja. Esta segunda teoría cuadra más conociendo a los protagonistas y a la productora. Unos trabajan por pasta y los otros no quieren problemas judiciales.
En ningún caso fue una traición ni de unos ni de otros. Es algo consentido. Quizás sin conocer la envergadura de la situación. Jorge Pérez puede llorar. Jorge Pérez puede estar arrepentido. Ahora bien, el ex guardia civil era conocedor de que todo esto iba a suceder. Jorge Pérez y Alba Carrrillo no son víctimas. Son verdugos de su victimismo.