Julio Benítez el cooperador necesario en “La foto de mi vida”
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y si no que le pregunten a Manuel Díaz El Cordobés. El abrazo con su padre hará historia. ESdiario sabe como se gestó esta reconciliación.
Nunca es tarde aunque hayan pasado 54 años. Toda una vida sin un padre. Sin el abrazo de un padre. El reconocimiento legal de la paternidad de Manuel Díaz Benítez llegó de la mano de la Justicia en 2016. La Audiencia Provincial de Córdoba ratificaba la sentencia de la paternidad de Manuel Benítez El Cordobés. Una cosa es la legalidad y otra es el abrazo, el cariño y la frase que lo dice todo, "la foto de mi vida".
No ha sido fácil. Y han tenido que mediar mucho en esta historia de tenacidad con un final feliz. Julio Benítez Fraysse ha sido uno de ellos. La presencia del hermano de Manuel ha sido necesaria para ser un colaborador imprescindible en este encuentro entre su padre y su hermano.
Julio Benítez lo ha intentado en sucesivas ocasiones. Unas veces en silencio. Otras más a escondidas. Con pretextos. Con tentativas y reuniones que nunca se produjeron. Han sido varias las ocasiones que el hermano menor de Manuel Díaz El Cordobés lo ha intentado. Hace un año estuvo a punto de producirse el abrazo en un evento que organizaba Julio para que padre e hijo se reencontraran. Hubo negativa de Manuel Benítez. El padre dio un paso para atrás. Quizás porque se sentía observado por los medios de comunicación. No pudo ser.
Julio Benítez es el hijo del matrimonio entre El Califa y Martina Fraysse. De esta unión nacen 5 hijos. Tiene dos hermanos más de relaciones extramatrimoniales.
Julio Benítez y Virginia Troconis, grandes aliados para lograr la foto del siglo
Julio ha encontrado en su cuñada Virginia Troconis una gran aliada para proporcionarle el día más deseado y emotivo en la vida de Manuel Díaz El Cordobés. Uno y otra han trabajado juntos para conseguirlo. Sin expectación mediática. Los pasos los conocía muy poca gente. Ellos y con mucha complicidad. En estos meses ha habido mucho silencio y mucha discreción. En el momento que se produce el abrazo, hubo lágrimas. No sólo por parte del padre y del hijo. La mujer y el hermano también lo hicieron. Llorar. Objetivo conseguido. La felicidad de ellos ha valido la pena en tantas horas de trabajo dejadas en el camino. Ha merecido la pena. Ellos son conscientes que ese día tan sólo tenían que haber dos protagonistas, padre e hijo. Lo demás era atrezzo.