Boda de Tamara: un invitado filtra una foto y la casulla de un cura en llamas
Hola ha conseguido salvaguardar la exclusiva hasta este lunes pero un invitado subió una foto a las redes. Una boda plagada de anécdotas.
Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya disfrutan de su primer día como marido y mujer, después de la boda de la década celebrada en El Rincón, pero nada más levantarse han tenido su primer disgusto, aunque menor después del susto que protagonizaron durante la ceremonia con el conato de incendio de la casulla de uno de los tres curas que oficiaban la boda.
Los novios se tomaron con extremo celo el hecho de salvaguardar la exclusiva vendida a la revista Hola e intentaron por todos los medios que nadie publicara ninguna fotografía que pudiera perjudicar el acuerdo.
Tal es así que sólo los familiares y alguna persona muy íntima del entorno de los novios pudieron acceder a la pequeña capilla de la finca con capacidad para unas 30 personas, mientras que el resto de los invitados siguieron la ceremonia fuera a través de unas pantallas de televisión.
Aunque todos estaban avisados de la prohibición de subir fotos y vídeos a las redes sociales y era preceptivo que los invitados dejaran los móviles en un lugar habilitado para ello, uno de los amigos de Íñigo se saltó la norma y compartió en su Instagram imágenes directas desde el Palacio donde se veía a los invitados disfrutar de la romántica velada.
Aunque en las imágenes no aparece la pareja, con lo que el secreto del vestido de Tamara sigue salvaguardado para el resto de mortales que no acudieron a la boda hasta el lunes en que se publique el número adelantado de la revista, sí que se ve que la celebración fue al aire libre, sin carpas, y que los invitados disfrutaban de pie de lo que se intuye era el cóctel previo a la cena en una zona arbolada.
Como decíamos al principio, éste no ha sido el único incidente. En su despliegue informativo de la jornada on line, la publicación destaca que, durante la misa, la casulla de uno de los sacerdotes que oficiaba la ceremonia, el padre Josep Lluís, empezó a prender cuando se aproximó a unas velas encendidas.
Afortunadamente, la actriz Alejandra Onieva, hermana pequeña de Íñigo que se encontraba en los primeros lugares de la capilla, se dio cuenta y rápidamente intervino para que la cosa no fuera a más. A base de manotazos rápidos en la casulla, logró controlar la situación.
Después de todo lo que ha pasado desde que se anunciara esta boda, parecía extraño que no ocurriese algo que confirmase el gafe que ha perseguido a este enlace desde hace un año.
No obstante, al final quedó como una anécdota más de una boda plagada de ellas, como que la boda empezó con 45 minutos de retraso pese a que los invitados llegaron muy puntuales a la cita fijada, muchos de ellos en tres autobuses fletados para el traslado a la finca.
Isabel Preysler, a la que se ha visto en público en contadas ocasiones desde su separación de Mario Vargas Llosa, llegó a la finca casi una hora después de que lo hiciera la madrina, Carolina Molas. La socialité llegó en el primer coche de tres de una comitiva en la que también viajaban Chábeli, Ana Boyer, Fernando Verdasco y los hijos de Julio José Iglesias.
Según relata ‘Vanitatis’, Íñigo y su madre caminaron al altar con el canon de Pachelbel (más clásico, imposible); ella, a continuación, del brazo de su hermano Manolo Falcó. Radiante con el diseño de Wes Gordon inspirado en Grace Kelly que coronó con la tiara que llevó Amparo Corsini el día de su boda, emocionó rápidamente a su prometido que, desde el altar, no pudo contener las lágrimas. Tampoco su nueva suegra, Carolina, que ejercía por primera vez de madrina.
La emoción también invadió a la familia de la novia. Los hermanos de Tamara, felices de que ella cumpliera su sueño, también tuvieron que secarse las lágrimas en más de una ocasión. Una de las que más mostró sus emociones fue Chábeli.
Después de que el padre Josep Lluís, solventado el susto, hiciera las preguntas de rigor a los novios para el “sí, quiero”, el padre Ángel y los consejeros espirituales de Tamara e Íñigo oficiaron la misa, en la que el padre Cruz tuvo un despiste y les cambió los nombres al novio y a su padre por Álvaro e Íñigo, lo que generó risas en la capilla.
Una vez finalizada la ceremonia, todos los invitados pusieron rumbo a los jardines del palacio, donde en dos zonas diferenciadas se ofreció el cóctel. Más tarde se sirvió la cena bajo una impresionante carpa blanca.
Uno de los detalles de la indumentaria de Íñigo Onieva que no se conocían fue unos gemelos con la T de Tamara hechos por su tío, el joyero y escultor José González Onieva. El mismo que hizo el curioso brazalete que le regaló a su prometida en la pedida.
Como curiosidad que tampoco trascendió hasta el último momento, la contratación por parte de los novios, según relataron en 'Y ahora Sonsoles', de los mismos fotógrafos italianos que retrataron la boda del hijo de Hussein y Rania de Jordania hace unas semanas.
El grupo británico Aston amenizó el cóctel servido por Eneko Atxa y sus 45 chefs a cargo. Finalizada la primera parte de la cena, todos se sentaron en mesas presididas por personas importantes de ambas familias.
Ya en la fiesta, Iñigo Onieva preparó para Tamara una gran sorpresa muy celebrada por la protagonista y los invitados. Puesto que por la ubicación del palacio no pudieron contratar un espectáculo de fuegos artificiales, el novio lo sustituyó por uno con drones que hizo las delicias de sus más de 400 invitados.
Tamara e Íñigo llegaron de día al hotel Ritz en el que iban a pasar la noche después de una larga celebración. Lejos de disfrutar de la 'noche de bodas', el matrimonio va a poder descansar un par de horas, pero enseguida se tendrán que poner en pie para prepararse y recibir a todos los seres queridos que no van a faltar a la fiesta de postboda que tendrá lugar en el Ritz, donde se servirá un bruch a las personas más allegadas.