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La policía tailandesa concluye que pedirá la pena de muerte para Daniel Sancho

Informó en una caótica rueda de prensa de que se trataba de un asesinato premeditado y desveló que apuñaló a Arrieta antes de golpearse durante la caída en la cabeza con el lavabo.

Surachate Hakparn, subdirector de la policía tailandesa, compareció en una multitudinaria conferencia de prensa.

Publicado por
Pedro Morales

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La policía tailandesa ha ofrecido esta mañana del martes 15 de agosto una caótica rueda de prensa en la que ha concluido ante los medios una teoría para ellos irrefutable y por la que será juzgado próximamente: Daniel Sancho apuñaló al cirujano colombiano Edwin Arrieta en el pecho, un hecho totalmente novedoso en la investigación, y éste, al caer, se golpeó con el lavabo de la habitación del hotel que compartían en un hotel de Koh Phangan.

De esta forma, la investigación llevada a cabo durante estos días descarta la hipótesis de una muerte accidental, como había alegado el cocinero español en un primer momento. Asimismo, la policía se muesta convencida de que, al contrario de lo que ha estado defendiendo la abogada de Sancho en los platós de televisión, Carmen Balfagón, no hay una segunda o tercera personas que hayan participado en el crimen, dado que no han encontrado ni restos de ADN ni imágenes en las cámaras de los alrededores. Según la policía, el móvil del crimen fue que Daniel quería dejar la relación sentimental que mantenían y Edwin se negaba.

Surachate Hakparn, subdirector de la policía tailandesa, compareció en una multitudinaria conferencia de prensa ofrecer detalladamente todos estos datos, dar por cerrada la investigación y anunciar que solicitará al juez la pena de muerte para el acusado por el delito de asesinato con premeditación.

Hakparn explicó que “la policía está segura de que no fue un accidente, fue un asesinato premeditado porque antes había planeado comprar material. Además, el asesinado tenía marcas de apuñalamiento en el lado derecho del pecho”, ha revelado, mostrando imágenes en una tablet de la camiseta de Arrieta con cortes del tamaño de la hoja de un cuchillo.

Asediado por los periodistas españoles allí presentes y con una traducción de escasa calidad, Hakparn ha calificado el crimen como “asesinato con premeditación”, una circunstancia, en la que, por lo general, se pide pena de muerte para el encausado cuando llega el momento del juicio.

Es la misma pena que se le impuso al español Artur Segarra por un delito similar: mató a un compañero de trabajo y lo descuartizó. Aunque en el caso del catalán no hubo premeditación. Segarra fue indultado por el rey del país y actualmente cumple cadena perpetua en el país asiático.

Según su relato, Daniel, que un primer momento habló de un accidente, apuñaló a la víctima —algo que ha confesado él mismo—, y entonces Edwin se desplomó y se golpeó con el lavabo. Lo que la policía no ha podido concluir es si la causa inmediata de la muerte fue el apuñalamiento o el golpe.

Después de apuñalar a Edwin, cuenta la policía, Sancho utilizó sus conocimientos culinarios para proceder a descuartizar el cadáver durante tres horas en su habitación. Las cámaras de seguridad de la tienda le grabaron comprando un cuchillo, pero en realidad se trataba de una de las dos compras que había realizado ese día. Anteriormente, había comprado otro cuchillo y productos de limpieza, por lo que las cámaras de seguridad sólo se grabaron comprando un cuchillo, bolsas del plástico, material para embalar y algunas gomas.

Sancho confesó que había tardado tres horas en dividir el cuerpo en 14 trozos y las pruebas forenses han añadido a esto que uso dos cuchillos, uno de ellos de uso habitual en las carnicerías. Después del desmembramiento, Sancho se tomó otro día casi entero para limpiar la habitación de restos.

A pesar de las distintas informaciones que durante los últimos días apuntaban a la posibilidad de la existencia de una tercera persona, la policía tiene claro que Sancho actuó solo. Los rumores se habían disparado después de que un turista afirmara que la noche del asesinato había visto a Sancho hablando con alguien de madrugada. También se especuló con la posibilidad de que alguien le hubiera ayudado a desmembrar el cuerpo de Arrieta, una labor bastante complicada para una sola persona. El tercer argumento que apuntaba a esta posibilidad es que no tenía sentido que una solo persona hubiera repartido los restos cadavéricos de la víctima por la isla.

Todas estas especulaciones fueron borradas de un plumazo por el jefe de policía local, que descartó que Sancho tuviera ayuda: “No puede haber otra persona, no hemos encontrado grabaciones [de otras personas] en las cámaras de seguridad ni restos de ADN de otras personas” en los escenarios del crimen. No había más huellas que las de Daniel en la escena del crimen.

En la conferencia de prensa se han ido exhibiendo una serie de paneles explicativos en los que aparecían diferentes imágenes que han resultado claves para resolver el caso, como fotogramas de cámaras de seguridad en las que Daniel Sancho aparecía adquiriendo un cuchillo en un supermercado de la zona, fotografías del equipo policial que ha participado en las pesquisas, o imágenes policiales de la reconstrucción del crimen, en las que se aprecia, sentado en el suelo, y de espaldas, al único investigado.

Asimismo, la policía disponía del ticket de la compra que Daniel Sancho olvidó sacar de una bolsa en la que metió algunas de los restos del cirujano colombiano.

La Policía tailandesa tenía 84 días para terminar la investigación, pero la colaboración del autor confeso del crimen ha acelerado todo el proceso. Sancho ingresó en prisión provisional el lunes 7 de agosto.

La policía tiene ahora que entregar su informe a la Fiscalía para fijar la fecha del juicio. La legislación tailandesa, especialmente severa, castiga los asesinatos y homicidios con tres tipos de penas, en función de las circunstancias. La más grave es la condena a muerte, aunque también contempla la cadena perpetua o hasta 20 años de reclusión. Aunque no es extraño que la justicia tailandesa imponga la máxima pena, en la mayoría de los casos no se ejecuta y se conmuta por cadena perpetua.

Fuentes conocedoras del sistema judicial del país asiático aseguran que la pena capital solo se aplica en casos en los que las víctimas son miembros de las fuerzas de seguridad o altos cargos de gobierno y no se conocen casos recientes en los que el ajusticiado haya sido un ciudadano extranjero.