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La noche en que Julio Iglesias 'se marcó tres Rubiales' con una presentadora

El polémico beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso ha rescatado del baúl de la televisión un caso idéntico multiplicado por tres del cantante con la exmodelo argentina Susana Giménez.

Julio Iglesias besó sin consentimiento a la presentadora argentina Susana Giménez.

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Juan Ruiz

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El reciente incidente de Luis Rubiales, presidente suspendido de la RFEF acusado de forzar un beso no consentido a Jenni Hermoso, ha reavivado la importancia de la ética y el consentimiento en las interacciones entre hombres y mujeres.

Era el año 2015. El intérprete de ‘Agua dulce, agua salá’ visitaba a Susana Giménez, una de las presentadoras más influyentes de Argentina y exnovia del conocidísimo actor Ricardo Darín. La conductora del programa presentó a Julio Iglesias y el artista entró al plató con una espléndida sonrisa y aprovechó para darle un beso de bienvenida.

La presentadora, sin darle más importancia, dijo que “siempre me da besos”, mientras se dirigía a realizar la entrevista. El cantante fue a por ella, agarró por la cara a la ex modelo al más puro estilo Rubiales y le estampó hasta dos besos más mientras ella trataba de zafarse: "Sabía que esto iba a pasar", dijo ella avergonzada.

Pero el suceso no acabó ahí. Sentados en el sofá, Susana comentó: "No me quería poner brillo porque venía Julio y sabía que me iba a besar y se lo iba a quedar todo". A lo que él respondió: "Los besos que yo te doy en privado son mucho más bonitos que los que te doy en público. Estoy preocupado porque van a pensar que yo beso así de mal. Ven aquí...".

Susana se acercó y él volvió a agarrarla para estamparle otro morreo mientras ella intentaba zafarse e interponía sus manos entre su cara y la del cantante: "No Julio, te lo pido por favor, eres un hombre casado...", dijo ella tapándose la cara con las dos manos.

Un momento muy incómodo que entonces, en 2015, fue calificado por los fans de Julio como "divertido". Decenas de comentarios jocosos ("Qué fenómeno, nunca cambia. Ja ja ja", "Es un crack", "Dos grandes seductores, sin duda", "Un maestro Julio, qué risa ja ja ja", "Un galán de la vieja escuela"...). Y apenas un par para censurar la actitud del cantante: "Me encantaría saber si todos los que lo alaban por esta acción dirían lo mismo si esa mujer fuera su madre, esposa o hija", "Si yo hiciera esto con la presentadora, me meten tres cadenas perpetuas".

Era otra época (hace ya ocho años) y otro país, pero entonces fueron pocos los que salieron a defender los derechos de una avergonzada presentadora y crucificar al 'Casanova' español. Tampoco sabemos si habían planeado la jugada y dado el consentimiento entre bambalinas para dar espectáculo, como sucedió con el también criticado beso de Anabel Alonso a Jordi Cruz en Masterchef.

Los casos de Luis Rubiales y Julio Iglesias nos ofrecen una valiosa oportunidad para reflexionar sobre la importancia del consentimiento en las interacciones públicas y privadas. Lo que antes podría haber sido desestimado como una simple “muestra de cariño” o “afecto” en un contexto menos sensibilizado, hoy día se identifica más claramente como una violación de la privacidad y el espacio personal.

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