El cónclave Campos tras la despedida a María Teresa contó con dos grandes bajas
Tan solo unas horas después de la incineración de la presentadora, parte de la familia se reunía en un conocido restaurante para recordarla, alrededor de una mesa, calmando el dolor.
Tras la dura despedida de, el mediático clan se ha mostrado más unido que nunca. Después de unos días de muchas emociones y muestras de cariño por parte de amigos y familiares que se acercaron hasta el Tanatorio de La Paz para rendirle un sentido homenaje a la querida presentadora, sus hijas Terelu Campos y Carmen Borrego incineraban a su madre este miércoles en la más estricta intimidad, arropadas tan solo por su entorno más cercano.
Tan solo unas horas después de la incineración, parte de la familia se reunía en un conocido restaurante de la ciudad para recordar, alrededor de una mesa e intentando sobreponerse al dolor por su fallecimiento, a Teresa.
Mientras que Terelu contó con el apoyo incondicional de algunos de sus amigos más íntimos, entre los que estuvieron Kike Calleja y Raquel Abad, su hermana no se separó de su marido, José Carlos Bernal, y de su hija Carmen Almoguera, sus grandes apoyos en estos durísimos momentos.
Ni José María Almoguera ni su prima Alejandra Rubio estuvieron en el cónclave familiar
Una reunión a la que no asistió sin embargo su hijo José María Almoguera, que tras acercar posturas con su madre tras varios meses distanciados sí estuvo presente en el último adiós a su abuela con su mujer, Paola Olmedo, y su hijo Marc, de tres meses. Tampoco Alejandra Rubio, que poco después de la incineración compartía en redes sociales una preciosa carta homenaje a su abuela con sus imágenes más especiales juntas.
Una comida que se alargó hasta bien entrada la tarde y en la que Terelu y Carmen recordaron, con lágrimas pero también con sonrisas, a su madre con su entorno más cercano. La menor de las hermanas salía del restaurante de la mano de su marido, José Carlos Bernal, sin poder disimular su desolación tras la pérdida de su madre.
Minutos después era Terelu, cansada y abatida, la que abandonaba el lugar arropada por una buena amiga y por su sobrina Carmen, con las que intercambió confidencias de camino al coche, muy pendiente también de su teléfono móvil.