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Alejandra Rubio, pobre niña rica: falta información y sobran otras cosas

La nieta de María Teresa Campos se enfadó muchísimo en su programa, Así es la Vida, por un artículo publicado en ESdiario y ahora Jesús Manuel Ruiz le responde sin morderse la lengua.

Alejandra Rubio, en el ojo del huracán mediático.

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Es una víctima de la sociedad. Un producto generado o degenerado por el más allá. Dirán. Una niña que nunca quiso ser popular. Y lo consiguió. Es famosa. Otro nivel. Según la perspectiva jurídica. Alejandra Rubio debe conocer la diferencia porque estudió Derecho en la Antonio Nebrija y después de abandonar optó por la educación a distancia en Universidad Oberta de Catalunya. El pupitre no la conoce. Despistado asiento. Maldito pupitre. De nuevo, culpable. El pupitre. Como la prensa. Siempre mentirosa. Siempre. Pobre niña rica. Alejandra Rubio (cada día más cerca de ser la hija de Carmen Borrego que de Terelu Campos) decide hablar de lo que no sabe. Y con soberbia. No estuvo. Poco apareció en el lecho de muerte de su abuela. Cada uno gestiona su sufrimiento como puede. Aquí no hay teorías. Es un sentimiento. Una verdad. Una pena.

Alejandra Rubio es una niña con ilusiones. Y pocas perspectivas. A largo plazo. Aún se recuerda el día que su madre, Terelu Campos, aseguraba y con vehemencia en que su hija quería ser independiente. Oculta. No famosa ni popular. Ni mediática. Ni televisiva. Ni ser hijo “de”. Lo ha conseguido. Un gordo de lotería y no por Terelu. A la pobre niña rica le ha resultado más fácil exponer a su familia viva o muerta que estudiar en un pupitre. Prioridades.

Alejandra Rubio se convierte de repente en la amiga de Meli Camacho

La pasada semana, la periodista Alejandra Rubio desconocía la autoría y el contenido íntegro de la exclusiva de la revista Semana donde hablaba por primera vez la gran amiga de su abuela. Y ahora va de amiga de Meli Camacho. Tela. No le hacía falta tanta temeridad. Ya estaba maquillada y peinada con aire de superioridad intelectual y gourmet de izquierdas que rechaza al filósofo Fernando Sabater. Querida Alejandra, Ética para el Amor.

Este martes en el programa telonero de TardeAR, Así es la vida, Alejandra Rubio recibió un mensaje de Meli Camacho. Y encontró su gran exclusiva como periodista de investigación. La sobrina de Carmen Borrego dejó el maquillaje por la información. Parece que se ha hecho grande. Una gran exclusiva. Ha considerado logrado su objetivo. Pobre niña rica. Entre gafas y platós.

Alejandra Rubio no conoce a su familia. Así lo demuestra cada vez que habla en televisión. Con la muletilla “el periodista no sabe nada”, justifica su sueldo. Y se lo permite con el beneplácito de la directora Lorena Rivera (meritoria del gran director Raúl Prieto) y de una presentadora y finalista al premio Planeta que no la ganadora. Cáspita. Y la ganadora, sin tanto boato. Por más que saque el teclado virtual cual actriz María Jesús Valdés.

Alejandra Rubio no conoce a su familia. Así lo demuestra cada vez que habla en televisión.

Alejandra Rubio poco estuvo en la casa de su abuela materna. En el lecho de muerte deno apareció. De negro, un color que favorece tras el fallecimiento de un cercano. En los últimos días no hubo registro de su presencia. Mucho menos que Gustavo. El chófer ya estaba aislado y sin comunicación. La mano derecha de su abuela materna. Pobre niña rica. Alejandra Rubio no es mala. Ni inocente. Es atrevida. Ni soberbia. Quizás "analfabeta mediática" de la prensa del corazón. Un poco menos que su tía Carmen. Y a mucha distancia de su madre Terelu. La diferencia es notable.

Alejandra Rubio "quiso ser anónima" pero no lo consiguió

Alejandra Rubio quiso ser anónima y lo consiguió. Deseó ser abogado y lo ha logrado. Ni a medias. Ni al principio. Quiso ser actriz en una escuela privada de Madrid y de momento no protagoniza nada.

Querida Alejandra, sin pretender ser el heredero de Susanna Tamaro ni que tú seas la heredera de Teresa Campos, te falta información y menos horas belleza mediática. Es una opción.

La humildad quizás aún la desconozca. Debería aprender de su abuelo el periodista José María Borrego. Hemeroteca. Querida Alejandra, los periodistas debemos contar la verdad. Y tú no debes buscar a terceras personas. Hoy no hay terceras. Hay una. La información. Como si fuera tu abuela. En vida. El periodismo es eso. Quizás tu próxima carrera sea la comunicación. Una vez graduada en Derecho, en interpretación y en belleza. Siempre hay tiempo. Te lo aseguro. Sin pretender dar consejos. No soy nadie.

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