Una serie airea el lado oscuro de Lina Morgan: amores secretos y su herencia
La popular actriz moría hace ahora 9 años. Muchas incógnitas dejaba tras su fallecimiento y se especulaba sobre su herencia. Su vida ahora viene resumida en tres capítulos.
Nueve años después de su muerte, llorada en toda España por millones de admiradores, comienza a partir de este lunes una serie televisiva de tres capítulos, Lina. La mujer espectacular, que aborda la vida artística y personal de la popularísima actriz cómica madrileña Lina Morgan. Una producción de Movistar+. Como no la hemos visto aún, nos preguntamos si se abordarán allí los verdaderos amores que tuvo, el rumor de que era lesbiana, y el intríngulis de su gran fortuna, cuenta Manuel Román en Chic.
El primero de sus novios fue el actor Manolo Zarzo, sevillano, que compartía reparto en la compañía Los Chavalillos de España. Eran los años 50 y Lina vivió con él su primera ilusión amorosa, que acabó abruptamente cuando ella fue contratada en otras formaciones artísticas.
Su segundo pretendiente se llamaba José Luis y era hijo de los dueños de una importante cadena de electrodomésticos. Los padres de ese novio de Lina le cerraron la puerta, obligándole a cortar tal relación que hubiera, quizás, desembocado en matrimonio.
Conforme Lina Morgan iba subiendo de escalafón artísticos, compartió otras parejas. La más sólida junto a un empresario taurino, José Martínez Uranga, de la familia de los Choperitas, que estaba casado y con hijos. Lina presenciaba en localidad privilegiada algunos de los festejos que programaba su amante, quien le había propuesto irse a vivir a América, a lo que ella se negó diciéndole que su educación católica se lo impedía.
Lina formó un dúo cómico muy afortunado con Juanito Navarro, que duró varios años, tiempo en el que se hicieron muy populares y ganando millones de pesetas. Con Juanito, Lina no tuvo relaciones íntimas.
Lina iba a todas partes con su hermano José Luis, que moriría víctima del Sida. Los confundían algunos reporteros como novios. Una tapadera porque, a espaldas, la estrella había tenido romances con un jugador del Atlético de Madrid, también con un tenor llamado Emilio,
Y llegó quien iba a ser el gran amor de Lina Morgan, a pesar de que tampoco con éste se atrevió a dar el paso definitivo para formar una familia y tener hijos. Porque la diva comentaba a sus íntimos el deseo de la maternidad. No quiso nunca dar ese paso. Se trataba del productor cinematográfico Julián Esteban, que contrató a Lina para siete películas, que fueron de las más populares de la estrella. Julián estaba casado, tenía hijos, pero encandilado por Lina le hizo un montón de regalos, entre ellos un automóvil último modelo.
Lo de Julián Esteban acabó mal. Enfermó él, le pidió verla por última vez. Lina no quiso acudir al entierro de quien fue su amor. Y procuró olvidarlo. En adelante, ya no hubo otros hombres. Y entonces circuló entre chismes del mundo del espectáculo la especie de que Lina Morgan tenía alguna que otra amiga íntima.
Más recientemente se ha deslizado que a esos novios habría que sumar el nombre de José Sacristán, El aludido confirmó que sí, que durante un corto tiempo salieron juntos.
Lina Morgan, su herencia millonaria
Lo que sí comentaban sus compañeras, era que Lina coleccionaba joyas de gran valor y abrigos de carísimas pieles. Se especulaba, sí, con lo que cobraba en sus últimas apariciones en televisión, por ejemplo en la serie Hostal Royal Manzanares: ciento noventa mil euros por capítulo. Y llegado el momento de desprenderse de su querido teatro de La Latina, pudo venderlo a una empresa inmobiliaria, que le ofrecía para construir pisos una elevada cantidad. La popular artista madrileña no aceptó esa oferta, pero sí la de un empresario teatral Jesús Cimarro. Lina percibió siete millones y medio de euros.
Avanzada la segunda decena del siglo XXI el mal que la llevaría a la tumba fue un cáncer de laringe. Los médicos que la atendieron nada pudieron hacer, quien sabiéndose muy enferma no lo dijo a nadie de su entorno; actores que la querían no consiguieron verla en la Ruber, porque ella así lo quiso.
Los únicos que estuvieron a su lado en ese duro trance fueron su secretario y administrador, Daniel Pontes, y su chófer, Abelardo González. Para ellos fue la herencia que les dejó Lina Morgan, concluye Román.