Eyre sentencia al Emérito con perturbadores detalles de su relación con Marta Gayá
Por si no fuese poco lo que se ha hablado de Don Juan Carlos con Bárbara Rey, ahora la famosa cronista cuenta el tormento de su amor más intenso
El Rey Emérito es una inagotable fuente de noticias. Su agitada vida sentimental del pasado le está pasando factura, más aún desde que se publicaran en la revista neerlandesa Privé sus fotos íntimas con Bárbara Rey por ‘cortesía’ de Ángel Cristo Jr.
Tras las fotos llegaron los controvertidos audios que recogen conversaciones privadas entre el entonces Rey de España y la vedette y ahora se reactivan las antiguas amantes de Don Juan Carlos.
Es Pilar Eyre quien, en su blog de Lecturas, cuenta este miércoles tormentosos detalles de la relación sentimental de quien, se dice, fue el verdadero amor del Emérito, Marta Gayá.
Eyre cuenta que en el año 1992 “el Rey era dichoso porque su vida íntima iba viento en popa. ¿Con Doña Sofía? No, claro que no, en esa época ya no se dirigían la palabra. Quien ocupaba su corazón era Marta Gayá, su Martita. Llevaba años con ella, cada vez la quería más y estaba tan exultante que les confesaba a sus amigos: “¡Nunca he sido tan feliz!”.
“Por eso la llamada telefónica que el Rey recibió el día 4 de mayo fue un mazazo. Una irreconocible Marta gemía entre sollozos: ‘¡Muertos, están muertos!’. Alarmado, Juan Carlos le gritó al auricular sin que nadie le contestase, hasta que una voz serena tomó el control y se identificó: ‘Juanito, soy Zu’. Era el Príncipe georgiano Zourab Tchokotoua, íntimo del Rey desde niños. Le contó que sus amigos Rudy Bay y su mujer habían muerto esa madrugada en un accidente automovilístico: “Marta tenía que ir con ellos, pero canceló la salida a última hora”. Juan Carlos se dejó caer en su asiento, anonadado. “Marta está muy mal, le acabo de dar un sedante, pero aun así está destrozada”. “Voy”, gritó el Rey, no lo dudó ni un minuto. Llamó a Sabino y canceló las cinco audiencias de ese día”, prosigue la veterana cronista.
Y da detalles del sufrimiento de la amante del entonces Jefe del Estado: “la tristeza de Marta Gayá cada vez es más avasalladora. Se siente muy sola porque se han muerto sus mejores amigos, pero también porque su familia no le habla y la sociedad balear le da de lado. Y sabe que el Rey nunca le va a pertenecer completamente. Tenía solo 34 años cuando lo conoció y cuando él le dijo: “Júrame que no vas a quedarte embarazada”, ella asintió porque lo quería tanto que estaba dispuesta a todos los sacrificios. Pero ahora no puede más y los psiquiatras determinan que debe ingresar en una clínica para someterse a una cura de sueño”.
Marta Gayá y Don Juan Carlos, en el psiquiátrico
“El Rey está al lado de Marta, en Suiza, desde el día 15 hasta 23 de junio. Simplemente sentado al lado de su cama cogiéndole la mano y susurrándole: “Te quiero, siempre voy a cuidar de ti, siempre vamos a estar juntos”. Sabino le suplica que regrese y Juan Carlos I vuelve a regañadientes a Madrid el 23, despacha con Felipe González, se hace una foto con él y regresa al lado de Marta, pese a que esa noche su hermana Pilar da una gran fiesta para celebrar el santo de su padre, ya gravemente enfermo. Sabino debe consolar a una Sofía deshecha en lágrimas asegurándole que Marta es solo un capricho. ‘Uno más, su majestad es inconstante como un niño’”.
Pero, según Eyre, se equivocaba Sabino Fernández Campo: “Juan Carlos regresa a Madrid y lo primero que hace es preguntarle a Sabino si sería posible divorciarse de su mujer y casarse con Marta. “Claro que no, señor” contesta el fiel servidor, que, con esa frase, acaba de firmar su sentencia de muerte”.
Y la suerte cambia para la mallorquina “cuando Marta se cura y regresa a Baleares, está contenta porque sabe que su futuro va a cambiar. No se casará con Juancho, pero será su mujer ‘in pectore’”.
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