El viaje de la infanta Cristina a Barcelona levanta suspicacias en Zarzuela
Un viaje corto pero intenso el de la hija de los reyes eméritos a la ciudad donde fue tan feliz. Su prioridad era reunirse con los abogados y mantener algunas reuniones de caracter privado.
La infanta Cristina ha pasado dos días en Barcelona, un lugar que le trae muy buenos recuerdos y donde disfrutó de los mejores años de su vida. Se instaló en la ciudad estando soltera. Aunque la rumorología popular asegura que compartió piso con su prima Alexía de Grecia, no es cierto. Las circunstancias no lo pusieron a tiro. De aquellos días quedan los paseos que la hija de los reyes eméritos podía dar alejada de miradas indiscretas. También los romances que vivió. Mucho se ha hablado y escrito sobre amistad con Juanjo Puigcorbé. Sin embargo, el actor está dispuesto a llevarse a la tumba lo que entre ellos existió. Esta camaradería jamás fue del agrado de doña Sofía, que llegó a plantarse en Barcelona para hablar seriamente con su hija del asunto. Visto lo visto, quizás no hubiera sido una mala opción el actor, o el motorista…
Si en el rostro de Iñaki Urdangarín se refleja la dureza de los últimos años, ídem pasa con su esposa. En su cara ya no lleva pintada aquella sonrisa tan característica de ella. Sus ojos también han perdido la vivacidad. Ya no camina con la cabeza alta. Lógicamente, lo vivido ha hecho mella. Jamás volverán esos días felices con su marido y sus hijos. Además el problema de Noos ha dejado al descubierto algo con lo que la infanta no contaba, una infidelidad que el yerno del rey habría cometido con la mujer de uno de sus amigos. Era costumbre en el matrimonio de Iñaki y Cristina disfrutar del ocio en compañía de otras parejas. Pues bien, en esas reuniones saltó la chispa entre el ex duque de Palma y una mujer cuyo nombre no ha trascendido.
A pesar de todo, Cristina decidió seguir con su marido. Hizo caso omiso al consejo de su padre, que le recomendó separarse conocedor de que lo peor estaba por llegar. Tampoco quiso renunciar al título de alteza real. Vamos, que de lo que le solicitaron el rey emérito y don Felipe, nada de nada. No quiso dar su brazo a torcer. Así las cosas, al soberano no le quedó más remedio que condenar a la pareja al ostracismo. De hecho, la infanta e Iñaki también han tenido su parte de responsabilidad en la abdicación de don Juan Carlos. Mientras tanto, doña Sofía intenta un acercamiento. Desea que su hijo acepte a su hermana en el seno de la familia y así poder compartir con ella los actos familiares alejados del ojo público: Navidad, Semana Santa… Don Felipe es inflexible en este punto. Eso sí, este verano ha dado a los hijos de Cristina e Iñaki el lugar familiar que merecen y se fue con ellos y doña Sofía a navegar. Por la noche, tocó cena, ahí se unió doña Letizia y las infantas Leonor y Cristina, las niñas menos fotografiadas del mundo.
El viaje relámpago a Barcelona de Cristina tenía como objetivo reunirse con los abogados. Especialmente interesada está en saber si hay alguna novedad sobre el recurso de casación que la defensa de su marido interpuso contra la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Palma en la que fue condenado a seis años y tres meses de prisión. No obstante, dada la complejidad del caso, el resultado de esta revisión por parte del Tribunal Supremo no llegará hasta los primeros meses del año próximo. En el aire está si la infanta conseguirá que le devuelvan la cantidad que reclamó a la Audiencia de Palma. En su día, pagó en concepto de fianza 1.036.938 y fue condenada a una multa de 265.088 euros. El montante que reclama asciende a 771.850 euros.
En estos días, Cristina ha aprovechado para estar con su cuñada, Ana. Son los Urdangarín quienes más han apoyado al matrimonio en este trance. Públicamente, no han tenido ningún problema en dejarse ver junto a ellos. La infanta se siente relajada y puede expresar lo que siente ante su familia política porque sabe que son incondicionales. Y como suele ser habitual siempre que viene a Barcelona, también pasó por La Caixa para saludar a sus antiguas amistades de trabajo y mantener algunas reuniones de carácter privado. Y como ya viene siendo habitual en los últimos tiempos, la infanta no avisó a su hermano de este viaje. Se trata de esos típicos órdagos que tanto ella como su marido gustan de echar a don Felipe. Lógicamente, al enterarse en Zarzuela que Cristina estaba en España saltaron las alarmas pues ignoraban los motivos del desplazamiento. Ya se quedaron más tranquilos al hacer las consiguientes pesquisas.