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Sale a la luz el estremecedor guardarropa de Frida Kahlo

Su ropa, como su obra, fue un reflejo de la tragedia y la enfermedad que marcaron su vida

Sale a la luz el estremecedor guardarropa de Frida Kahlo

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Cuando en 1954 la pintora Frida Kalho murió a los 47 años, su marido, el también pintor Diego Rivera, guardó todo su guardarropa en un armario dando la orden de que no se abriera hasta varios años después de que él mismo hubiera fallecido. En 2004, el museo dedicado a la obra de Frida encargó a la fotógrafa japonesa Ishiuchi Miyako hacer un catálogo con todas aquellas pertenencias personales de la pintora, y es ahora cuando esas fotografías han visto la luz revelando al mundo las prendas más íntimas de una mujer marcada por el sufrimiento y la enfermedad que inspiraron todas sus obras.


A pesar de ser nieta de húngaros e hija de un inmigrante alemán, Frida Kahlo siempre se sintió profundamente mexicana, de ahí que vistiera con el traje tradicional que además le ayudaba a disimular sus numerosos defectos físicos producto de la enfermedad y de las numerosas operaciones que sufrió a lo largo de toda su vida.


En 1913 contrajo una poliomielitis que la obligó a permanecer nueve meses en cama y le dejó la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda, de ahí que desde los 5 años tuviera que llevar un zapato más alto que el otro.


En 1925 sufrió un grave accidente cuando el autobús en que viajaba fue arrollado por un tranvía. Su columna vertebral quedó fracturada en tres partes, sufriendo además fracturas en dos costillas, en la clavícula y en el hueso pélvico. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, su hombro izquierdo se descoyuntó y un pasamanos le atravesó la cadera izquierda. Frida tuvo que llevar una escayola de cuerpo completo durante 3 meses, y aún así padeció dolores durante el resto de su vida.


En 1953 le tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla debido a una infección de gangrena. Esto la sumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones. A partir de ese momento tuvo que utilizar una pierna ortopédica que ella misma decoró con diferentes calzados


Corsés terapéuticos combinados con faldas étnicas y multicolores. A pesar del sufrimiento, la pintora nunca quiso renunciara una cierta dosis de coquetería