Este fue Manuel Piña, el "creador póstumo" del vestido de Pedroche
Icono de la modernidad de los 80, el genial creador quebró en varias ocasiones y terminó muriendo de sida
Puestos a sorprender hay que reconocer que los miembros del equipo que cada año se encargan de vestir a Cristina Pedroche para la noche de las uvas, lo consiguen año tras año, y este no iba a ser diferente.
La presentadora vallecana , que nochevieja tras nochevieja, mantiene el suspense hasta el último momento envuelta en unas capas que se merecerían un capítulo aparte, descubrió al filo de la medianoche el modelo elegido para recibir al 2022, un vestido de la colección primavera –verano de 1991 del recordado diseñador Manuel Piña, pero ¿quién fue este creador que se convirtió en uno de los iconos de la Movida?.
Nacido en una pequeña población manchega y de orígenes humildes, Piña mostró desde muy joven un especial talento para vestir a las mujeres que se acercaban al comercio en el que casi siendo un niño entró a trabajar como dependiente. Otro cualquiera quizá se hubiera conformado con tener su propia tienda de moda, pero él optó por hacer las maletas, irse a Madrid y empezar a probar suerte en el mundo del diseño. El camino no fue fácil, así que no pudo presentar su primera colección hasta 1979, con treinta y cinco años. Su primer varapalo económico le llegó en 1982, cuando su nombre comenzaba a ser habitual en los círculos de la modernidad y su modelo de mujer, insinuante pero poderosa, llena de glamour y al mismo tiempo muy segura de sí misma, enamoraba a actrices, cantantes y miembros de la jet.
Siempre innovador, supo combinar texturas y tejidos tradicionales como el punto y el macramé con el tafetán irisado, que es el que eligió hace 30 años, cuando Pedroche solo tenía 3, para confeccionar el vestido que la presentadora descubrió este año y que, acompañado por la capa de Buj Studio, representa el paso de larva a insecto en una metáfora de esa metamorfosis que todos esperamos que ocurra con la llegada del nuevo año.
“Las sombras de los hombres son a veces más humanas que los propios hombres” ( Museo Manuel Piña)
En 1987, ya rehecho del bache económico, Manuel Piña consigue convertirse en un referente de las pasarelas italianas, francesas, estadounidenses y japonesas. Su proyección internacional era imparable, sus colecciones tenían una personalidad única y sus pasarelas eran un puro espectáculo del que participaron las mejores modelos de la época: desde Imán hasta Helena Barquilla a la que descubrió para el mundo de la moda, pasando por Celia Forner, Lola Sordo, Damaris, Paola Dominguín y Judith Mascó. Rossy de Palma, Bibiana Fernández y Loles León, entonces en lo más alto como “chicas Almodovar” también fueron habituales en sus desfiles que siempre terminaba entregando un ramo de rosas rojas a su madre.
Sin embargo, su carrera ascendente se frenó en el año 90 cuando tuvo que liquidar su empresa a cuenta de su mala gestión económica y de unos cuantos contratos frustrados.
Enfermo de Sida, no dejó nunca de crear hasta que volvió a Manzanares, su pueblo natal, para pasar los últimos años de su vida. Piña murió el 8 de octubre de 1994, tres años después de que viera la luz por primera vez un diseño que ha vuelto a ser el protagonista absoluto de un final de año tremendo y del inicio de otro en el que todos hemos puesto nuestras esperanzas. Seguro que desde donde esté, Piña, que bajo uno de los bocetos del vestido que ayer volvió a convertir a Pedroche en la reina indiscutible de las campanadas, escribió: “Las sombras de los hombres son a veces más humanas que los propios hombres” (Museo Manuel Piña), ha agradecido este gesto de reconocimiento póstumo 22 años después de su muerte