El siniestro capítulo de su biografía que Borrell oculta en su regreso triunfal
La guerra del PSOE ha vuelto a poner de actualidad al exministro de Felipe, que estos días se pasea por las televisiones comparándose con Pedro Sánchez y criticando a casi todos.
Como en aquel Thriller de Michael Jackson sorprende la reaparición de tantos históricos del PSOE copando protagonismo mediático. José Luis Corcuera es ya un fijo en toda tertulia de 13TV en la que se busque zurrar a Podemos (principal marca de la casa). Y en el lado contrario estos días ha cobrado protagonismo Josep Borrell. La noche del lunes a la misma hora que José Luis Corcuera le criticaba, el exministro y secretario de Estado de Hacienda de Felipe González se sentó en el plató de El Intermedio para volver a defender que se tiendan puentes con Pablo Iglesias y volver a criticar a El País. Pero lo que merece más comentario fue el planteamiento de la entrevista.
Se podrá discutir la coherencia o no de Borrell, pero no su generosidad suprema cuando aceptó que Wyoming comparara su caída del liderazgo del PSOE en 1999 con la de Pedro Sánchez. A fin de cuentas, Borrell fue elegido en primarias con rival candidato para las elecciones de marzo de 2000 y no llegó vivo a la citada fecha. En cambio Sánchez fue elegido en primarias sin rival para ser candidato en diciembre de 2015 y lo fue sin que nadie se lo impidiera, y hasta pudo repetir -sin repetir las primarias- en junio de 2016. En lo que se refiere al cargo de secretario general, Borrell nunca lo fue y Sánchez fue elegido en votación abierta frente a Madina por dos años hasta el congreso que debería haberse celebrado en febrero de 2016 y que había sido aplazado de manera indefinida. ¿Dónde está, pues, la similitud entre un caso y otro?
Hubo más, los cartelitos con los que El Intermedio promocionó la entrevista a Borrell decían literalmente: “En 1998 los militantes del PSOE le eligieron candidato a la Presidencia del Gobierno, en 1999 se vio obligado a dimitir ante la falta de apoyo de la dirección de su propio partido (…)”.
Limitar la caída de Borrell a “la falta de apoyo de la dirección de su propio partido” igual es un tanto reduccionista del tema, como lo es que algunos digitales hayan dicho sobre la cuestión que todo fue culpa –para variar– de Felipe González y el Grupo Prisa. Es cierto que en las primarias que ganó Borrell, Prisa y el felipismo apoyaron a Joaquín Almunia. Tampoco es menos cierto que Borrell en aquella lucha interna contó con el apoyo de todos los medios afines al Gobierno del PP (desde el falangista Campmany hasta el compañero de pádel, Pedrojota). Pero en aquella muerte política tuvo más que ver un escándalo de corrupción que La Sexta parece querer olvidar.
A principios de 1999 Borrell apostó por la estrategia de atacar al ministro del PP Josep Piqué por usar triquiñuelas legales para pagar menos impuestos (tener su vivienda a nombre de una sociedad de la que él mismo era dueño) llevando a los líderes socialistas a hacer defensas encendidas de las contribuciones a Hacienda. Justo en ese momento la Audiencia Nacional descubrió que los dos principales colaboradores de Borrell en su etapa de secretario de Estado, sus amigos Aguiar y Huguet habían ocultado ilegalmente 500 millones al fisco. Lo que destrozaba totalmente la estrategia con Piqué y dejaba al candidato del PSOE sin discurso y a la altura del betún.
Al margen de lo que había detrás de esos millones (sospecha de sobornos en ‘caso Hacienda’, información privilegiada, etc) sólo su ocultación significaba que a la vez que Borrell como secretario de Estado de Hacienda realizaba aquellas campañas para concienciar a ciudadanos del deber moral de contribuir ("Hacienda somos todos") y a la vez que trataba de empapelar a famosos (Lola Flores, Pedro Ruiz), resultaba que sus coleguis de departamento se estaban pasando aquellas obligaciones por el arco del triunfo sin que Borrell se enterara de nada. La amistad íntima de Borrell con Huguet y Aguiar era clara (los tres adquirieron de manera conjunta sus respectivos apartamentos en una estación de montaña), por lo que no había desvinculación posible.
Preguntado ante el estallido del escándalo el líder felipista Joaquín Almunia, sobre si Borrell seguiría siendo candidato contestó con su célebre “lo será… salvo razones de fuerza mayor”. Al día siguiente el entonces gurú de El País, Javier Pradera, dictó sentencia: "Los ciudadanos merecen un respeto por parte de los políticos. A Borrell corresponde decidir ahora si su candidatura a la Presidencia del Gobierno puede ser o no interpretada por los votantes socialistas como una muestra más del desprecio con que los profesionales del poder tratan a los electores”. Dos días después Borrell dimitía. Prisa y Felipe pudieron ser la espada, pero la quilla y los tiburones estaban ya colocados por el propio defenestrado.
El Intermedio que tanta leña acertada hace de José Manuel Soria por usar un paraíso fiscal hace 14 años, opta curiosamente por ignorar al hablar de la caída de Borrell de la responsabilidad de este en aquel ‘caso Hacienda’, donde demostró tener el mismo talento seleccionando a su personal que Rajoy nombrando tesoreros.