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El País releva a su redactora que cubría el PP y que contó intimidades de Rajoy

Llevaba sólo unos meses. Se muda a la sección de Cultura semanas después de firmar un artículo en el que desveló una conversación telefónica privada con el presidente del Gobierno.

Rajoy con un grupo de periodistas.

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El diario El País ha relevado a la periodista que cubría el PP y la agenda de Mariano Rajoy, Natalia Junquera, sólo unos meses después de su llegada al puesto.

La decisión se ha hecho oficial esta misma semana. La periodista, no obstante, seguirá en la casa a las órdenes de Antonio Caño, pero en la sección de Cultura.

Junquera había publicado recientemente, en el número de febrero de la revista Jot Down, de Prisa, un reportaje en el que revelaba algunas interioridades del presidente del Gobierno e, incluso, una conversación telefónica entre ambos.

Bajo el título Mariano y yo, la periodista se arrancaba de esta manera: "Mariano Rajoy me llamó un día por teléfono y yo le colgué cuatro veces seguidas. Es la pura verdad y juro que fue sin querer".

"La verdad es que yo esperaba, más o menos, la llamada de Rajoy, porque una nativa de La Moncloa me había avisado de que el presidente quería disculparse conmigo por los cortes que me había pegado en aquellas ruedas de prensa previas a la negociación PP-Ciudadanos", relataba a continuación.

Junquera narraba algunos "reproches" del presidente por la inoportunidad de algunas de sus preguntas en las ruedas de prensa y incluso reproducía su conversación telefónica con Rajoy. Es ésta:

—¿Es usted Natalia Junquera?

—Sí, soy yo.

—Le paso con el presidente.

—¡Natalia! ¿Cómo estás?

—Bien, bien. Aquí, en el Congreso, escuchando a Hernando, que nos acaba de decir que se está enamorando.

—Mira, quería disculparme, porque la verdad, ayer no estuve fino.

(Me rendí enseguida)

—Muchas gracias, presidente, le agradezco el gesto y la llamada.

(Pero él no se quedaba tranquilo).

—No, no, no. Es que tú estabas haciendo tu trabajo, que lo haces muy bien, además…

—Gracias, presidente.

Rajoy insistía. Al final, cuando ya se estaba poniendo un poco violenta la cosa, le dije:

—Bueno, presidente, le perdono. Pero no lo vuelva a hacer.