El objetivo del "plantel de lumbreras" del PSOE con excepción de Josep Borrell
Los primeros movimientos de las personas de confianza de Sánchez para dirigir el nuevo Partido Socialista ha generado no pocas críticas. Pero ¿cuál es la verdadera meta del exministro?
Comienza a coger las riendas del partido el nuevo equipo de Pedro Sánchez y comienzan a surgir las críticas hacia los dirigentes que ha elegido el líder del PSOE para orientar su trayectoria política.
Sin ir más lejos, este miércoles no salen demasiado bien parados de la columna de José María Albert de Paco en Libertad Digital: "Con Pedro Sánchez, el PSOE inaugura otra tradición: la del memo orgánico colectivo. No ya porque la nueva responsable de Internacional, Iratxe García, despidiera a Helmut Kohl en Twitter como ese "gran socialdemócrata", o porque la vicesecretaria general, Adriana Lastra, urgida en la radio por Arcadi Espada a decir qué cambio concreto aportaría la plurinacionalidad, balbuciera "Hum, es que esto es muy complejo".
A su juicio, "además de la vergüenza ajena que provoca semejante plantel de lumbreras (empezando, claro está, por la que más reluce, esto es, el secretario general), el PSOE no tiene otro objetivo que echar al PP de las instituciones, en la convicción de que su oponente carece de legitimidad democrática por ser de derechas. En parte, ese obsceno sectarismo es el que ha llevado a la desbandada de los dirigentes históricos (cuyo sectarismo, particularmente el de González, gozaba al menos de cierto donaire), con la sola excepción de Josep Borrell, cuyas atinadas críticas al nacionalismo palidecen ante su afán de venganza contra quienes le defenestraron, pues tal parece su único designio".
Para Albert de Paco "el buen hacer de Javier Fernández al frente de la gestora alimentó la esperanza de una refundación de la socialdemocracia española, pero su negativa a liderar el proyecto y, por qué no decirlo, la irresponsabilidad de la gran mayoría de los militantes socialistas abrieron la puerta al fundido en negro al que asistimos, a la implosión de un partido al que, obligatoriamente, deberá nombrarse con la rémora "de Pedro Sanchez", a semejanza de esos grupúsculos marginales de la izquierda que, entre paréntesis, daban orgullosa cuenta de su extravío".