Margarita Robles consigue lo impensable en un PSOE con el alma partida en dos
Antonio Casado se hace eco del debut parlamentario de la “independiente” jefa de filas de los socialistas en el Congreso. Había cierta curiosidad morbosa y parece que la exjuez salió airosa.
Después del debut de Margarita Robles en el Congreso, este jueves Antonio Casado destaca en su columna de El Confidencial que lo verdaderamente llamativo fue que "estuvo arropada por los 85 diputados de un partido al que no pertenece y de un grupo parlamentario con el alma partida hasta hace poco entre dos fidelidades".
Para Casado "la lealtad tuvo premio, aunque no lo buscase en cálculo previo. Nadie en su sano juicio hubiera considerado ganadora la apuesta por Sánchez. Y entre quienes se embarcaron en tan incierta aventura, Margarita Robles lo hizo en nombre de la coherencia personal y la fe en una causa justa".
El periodista señala que "había cierta curiosidad morbosa por ver las caras y las manos de los diputados socialistas en el estreno de la “independiente” jefa de filas de los socialistas en el Congreso. Pedro Sánchez me dice en la distancia corta que “Margarita tiene la simpatía de los militantes, el apoyo de los votantes, la consideración de sus compañeros y el respeto del resto de los grupos parlamentarios”, pero la ocasión de verla en su primer cruce con el presidente del Gobierno también era ocasión de comprobar si aflora o se ocultan los efectos de las heridas abiertas en una bancada donde el sanchismo está en minoría".
En este sentido, apunta que "me cuentan que la nueva portavoz estuvo conciliadora y humilde, a pesar de la fama que le precede. Hasta se ganó un aplauso cerrado al deshacerse en elogios al anterior secretario general del grupo, Miguel Ángel Heredia (“trabajador”, “buena persona”, “buen socialista”), aquel que iba por las agrupaciones socialistas negando con palabras gruesas el derecho a opinar de Margarita Robles, por no ser militante".
Además, se han echado "pelillos a la mar también respecto a los efectos colaterales de aquel desahogo verbal del alcalde de Valladolid, Oscar Puente, ya portavoz de la nueva Ejecutiva, cuando hablo de un PSOE hasta ahora en manos de “pigmeos” y a partir de ahora en manos de “gigantes”. Solo la sorna valenciana de un Cipriá Císcar inesperadamente hablador supo recrear su infancia de “gigantes” y “cabezudos”, como metáfora iniciativa del ser humano, abocado a elegir. Y nadie era estigmatizado por ser lo uno o lo otro".