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Carmen Rigalt airea las vergüenzas de la SER y El País y su trato a la plantilla

"En Prisa, la fidelidad se castiga". Ésta es la conclusión del más que ácido artículo que la columnista del diario El Mundo dedica al despido de Gemma Nierga, "de lo mejorcito de la casa".

Carmen Rigalt en una fotografía publicada por El Mundo.

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Con su polémica despedida aún reciente, el relevo forzoso de la periodista Gemma Nierga por la dirección de la Cadena SER sigue generando una enorme polvareda mediática. La última en sumarse al debate, con un ataque frontal a los máximos responsables de Prisa, ha sido la columnista del diario El Mundo Carmen Rigalt, que en su último artículo no deja títere con cabeza.

Tras recordar el pasado en las trincheras de ambos grupos; Prisa por un lado y el llamado sindicato del crimen -al que pertenecía el diario de Pedrojota- por otro, Rigalt entra en materia en defensa de la popular locutora catalana.

"Escribo esta reflexión conmovida por la marcha de Gemma Nierga de la Cadena SER, empresa en la que ha prestado sus servicios durante 30 años. La SER debía de llevar tiempo rumiando esta salida. Años atrás le hizo un hueco en el informativo de Pepa Bueno, donde ya no quedaban nada libre, y la periodista se diluyó, víctima de las apreturas. También pudo haberse hecho el harakiri ella sola, pero no se le ocurrió. Nierga era lo mejorcito de la casa", explica Rigalt.

"En su despedida -añade- reconoció que irse no había sido idea suya. Fue un signo de superioridad moral. La periodista dio mucho más a la Cadena SER de lo que la Cadena Ser le dio a ella".

Rigalt asegura que "al contrario de los grandes periodistas radiofónicos, que se mueven precedidos de rumores de contratos y ofertas de la competencia, Gemma siempre estuvo tocada por el halo de la sencillez, ajena a las negociaciones que libraban sus colegas".

"Es terrible ser un trabajador entregado y que te paguen así. El caso de Gemma se ha vivido con angustia porque, además de no merecerlo, ha tenido la delicadeza de marcharse sin soltar puyas. La Ser y El País pertenecen a la misma empresa (aunque apenas se dirigen la palabra) y tienen políticas parecidas. La caza al empleado es una de sus favoritas", denuncia.

Y concluye con un ataque a la línea de flotación del grupo mediático que preside Juan Luis Cebrián.

"Todavía hoy no hay quien le tosa a El País. Para mí siempre ha sido un periódico abstracto y falto de corporeidad. Mi experiencia es desoladora: nunca, en ninguna parte, he coincidido con un periodista de El País. A lo mejor es que recibe las noticias en exclusiva. La guerra de medios y el azote de la crisis han hecho mucho daño. No sólo al periodismo sino a los periodistas, llegando a generarse odios africanos entre ellos. La conclusión es implacable. En Prisa, la fidelidad se castiga", concluye Rigalt.

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