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Arcadi Espada destroza la imagen de Adriana Lastra destapando su incultura

Las intervenciones públicas de la "númera" dos de Pedro Sánchez en el PSOE se cuentan por éxitos. Cada vez que ella abre la boca se mete en un jardín y deja al descubierto todas sus lagunas.

Arcadi Espada destroza la imagen de Adriana Lastra destapando su incultura

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Cada cierto tiempo la número dos del PSOE, Adriana Lastra, se cuela en los titulares y no precisamente para bien...

Será por eso que este jueves Arcadi Espada la recupera para su columna de El Mundo y destroza literalmente su imagen asegurando, entre otras lindezas que, "lo más inquietante del PSOE es lo que está por debajo de Pedro Sánchez. Cómo será. Y empezando por lo inmediatamente debajo. Así, esta Adriana Lastra, númera dos del partido, cuyas intervenciones públicas se cuentan por éxitos".

Recuerda Espada que "hace un par de días dijo que Albert Rivera era como José Antonio Primo de Rivera. Probablemente, y tras poner mucha atención, se había fijado en que compartían parte del apellido y se decidió a aprovecharlo. Así funcionan hoy los argumentarios. Eligió Lastra una manera onomástica de llamarle fascista al líder de Ciudadanos. José Antonio fue un dirigente falangista español, joven y carismático. Su más importante rasgo biográfico fue su muerte. El 20 de noviembre de 1936 lo fusilaron en la cárcel de Alicante. Para entretener el tiempo, había dedicado sus últimos días a la elaboración de un gobierno de reconciliación nacional que gestionara el fin de la guerra".

El periodista abochorna a la número dos de Sánchez dándole una lección de historia: "Lo interesante, para la formación de Lastra, es que el gobierno que dio el enterado a la sentencia de muerte estaba presidido por el socialista Largo Caballero. El mismo hombre y socialista al que José Antonio salvó años antes la vida al prohibir la ejecución de un atentado falangista".

A su juicio, lo que pasa es que "las circunstancias trágicas de algunas biografías suelen blindar al sujeto. No es fácil que un fusilado se convierta en un insulto. Ahí está el caso de Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña. Su responsabilidad en la muerte de miles de personas durante la guerra civil está probada. ¿Pero quién se atrevería hoy a insultar a un político utilizando el nombre de Lluís Companys, fusilado por Franco, después de que la Gestapo se lo entregara vivo? Companys murió gritando: "Per Catalunya!". José Antonio gritando "¡Arriba España!" y escribiendo un testamento en una de cuyas últimas líneas decía: "Que sea la mía la última sangre española vertida en discordias civiles".

Concluye Espada que "no siempre la muerte indulta a la vida. Hay mártires como Companys y hay fascistas como José Antonio. Unos siguen limpios, vivos y nimbados en los altares. De otros se sigue aprovechando su estiércol para ensuciar la cara del primero que pase y lo merezca".

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