Alfonso Merlos le aplica a Puigdemont el recurso más humillante de Whatsapp
Todas las miradas están puestas en el expresidente de la Generalitat, que se niega a ver la cruda realidad que le acecha. No encuentra la salida porque cerró la puerta y se comió la llave.
Todos los ojos están puestos en él este martes, pero Alfonso Merlos lo tiene claro en su columna de OKDiario: Carles Puigdemont "está más muerto que vivo, sin ser del todo consciente. El oxígeno político artificial que ha recibido de las secuelas del 21D lo ha confundido con el futuro que le depara la presunta comisión de una pila de delitos, de los más extremos que un representante público puede perpetrar “en” y “contra” la democracia: pura y obscena agresión".
Aunque Merlos considera que "va de suyo que un rebelde de su calaña con causa enteramente perdida agote todos los instrumentos propagandísticos y partidistas para encaramarse al sitio al que nunca podrá llegar" matiza que "es de nivel de parvulario pensar en paralelo que, en medio del pulso que le está intentando jugar al Estado de derecho, prevalecerá y no terminará aplastado por las leyes y achicharrado por el calor sofocante de un ordenamiento jurídico".
La culpa no es toda de Puigdemont, a juicio del periodista, ya que "seguramente si metepatas como el señor Iceta no hubieran lanzado la peregrina idea de que los golpistas merecían algún tipo de amnistía, no hubiese cuajado con tanta fuerza en los separatistas la convicción absurda de que merecen inmunidad e impunidad y, lo peor, que la tendrán".
Conclusión: "Game Over. El juego ha terminado para un Puigdemont que no encuentra la salida del laberinto porque él mismo, en su cobarde fuga, cerró la puerta y se comió la llave. Sólo así, en una ultimísima tentativa a la desesperada, se entiende la presión de corte chantajista que está introduciendo en quienes gobiernan el Parlamento de Cataluña para que prevariquen, para que no se separen de la senda de la desobediencia que alumbró Forcadell".
Merlos concluye que "el nacionalismo es una inflamación del egoísmo colectivo. Pero especialmente cuando sus postulados son llevados al paroxismo y a la más absoluta, irreversible e innegociable radicalidad, se transforma en una suerte de autismo suicida. Da igual que ‘Puchi’, como el mono de wasap, se tape los oídos, o los ojos, o se frote las manos delante de la boca soplando y ufanándose de que sus pintorescas triquiñuelas y cómicas argucias están avanzando frente al retroceso del adversario. Es un espejismo, una ilusión del momento. Cuando llegue el final de esta crisis de Estado, baje la marea, remita la fuerte marejada y el oleaje ceda frente a la calma chicha, se verá, para su propia desgracia, que nadaba desnudo. El ridículo será aún mayor que el que hoy apenas aflora".